Por: Gilberto Jiménez Carrillo 

En los últimos años, el sistema de partidos políticos en México ha experimentado una transformación importante en materia de competitividad. Hasta el 2018 en que Morena apareció en las boletas de la elección presidencial, los partidos políticos más competitivos (PRI, PRD y PAN) han experimentado diferentes etapas y niveles de erosión y construcción de la identidad política y de simpatía o antipatía popular a partir de hechos, omisiones y resultados obtenidos principalmente en el área gubernamental, en la cual la existencia de la vergüenza y el orgullo, han sido causa y efecto del mismo proceso de fortalecimiento o debilitamiento de la identidad partidista. Hasta antes del año 2000, en el PRI se observó un cambio en los ánimos y las emociones de los electores, ya que inicialmente había sido un gran orgullo pertenecer, militar o simpatizar con el PRI, mientras que, a finales de este período, el nivel de simpatía hacia ese partido y el nivel de orgullo ciudadano por estar vinculado con este partido político, decrecieron significativamente. De la misma manera, el nivel de rechazo social y el nivel de sentimiento de “vergüenza” ciudadana de ser asociado con este partido, aumentó significativamente. 

En el lapso de 1988 hasta el 2000, miles de ciudadanos ya no se sentían orgullosos de pertenecer, ser asociados o simpatizar con el PRI, sino todo lo contrario. Esta simpatía se transformó en antipatía o vergüenza social, producto de los excesos, problemas, errores, escándalos y malos resultados en el ejercicio de Gobierno. En el caso del PAN, el sentimiento de orgullo por militar, simpatizar o apoyar al partido que experimentaban miles de ciudadanos, al inicio de la primera alternancia presidencial, en pocos años se convirtió en un sentimiento de vergüenza y rechazo social, a tal grado que hoy, este partido vive una crisis de legitimidad originada a partir de la pérdida de la presidencia de la República en 2012 y desde entonces no se han podido reponer. 

En el caso del PRD, también ha experimentado cambios importantes en los últimos años desde su nacimiento. De 1986 a 2007, se presenta una reducción cíclica de las adhesiones al PRI y un aumento de las adhesiones al PAN, como resultado de su acceso al poder. Sin embargo, el PRD también crece en este periodo, sea por una más alta sensibilidad de las orientaciones ideológicas favorables a sus causas y por los avances de la izquierda a nivel internacional.

De ser un partido que surge después de la elección presidencial de 1988, el PRD nace y se convierte en una opción competitiva de Gobierno. Sin embargo, a partir de la última elección presidencial, el PRD sufrió un proceso acelerado de erosión de la identidad partidista, a tal grado que hoy es el partido que más rechazo genera entre los ciudadanos. 

El orgullo partidista se debilita y genera un sentimiento de vergüenza social cuando a través de los medios de comunicación, se emiten, opiniones, comentarios o notas informativas desafortunadas, con posicionamientos radicales, escandalosos y desfavorables hacia un determinado partido político, sus dirigentes y militantes, de tal manera que los ciudadanos en lugar de sentir orgullo por militar, simpatizar y apoyar a este ente político, siente vergüenza, lo que le lleva a debilitar su lealtad partidista. Por el contrario, cuando los medios resaltan los logros, la calidad, honorabilidad, solvencia moral y ética de las figuras, gobernantes y dirigentes partidistas, el sentimiento de orgullo por pertenecer, militar o apoyar un determinado partido político se incrementa.  

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