Día Internacional de los Pueblos Indígenas
Por: Juan Alberto Esquivel y Cebrián
El pasado domingo, 9 de agosto, se conmemoró el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, de los cuales tenemos varios en Durango: Huicholes, mexicaneros, tarahumaras y, en especial, los tepehuanos, que son la etnia que mejor nos caracteriza.
Aunque no soy especialista en el tema, si he tenido oportunidad de platicar con algunos dirigentes de los comuneros, de leer algunos libros sobre el tema y, sobre todo, de reflexionar sobre la historia de nuestros ancestros tepehuanos y sentirme orgulloso de ellos.
Ellos se reconocen como O’dam.
Al parecer, el origen del término tepehuano es incierto. Unos estudiosos del tema lo derivan de raíces nahuas, para distinguirlos como «gente que vive en los cerros»; Otros lo reconocen de origen tarahumara y, si es así, tiene el significado de «el dominador».
Lo cierto es que antes de la conquista, esta nación indígena reconocía como su territorio desde el sur de Chihuahua, a lo largo de todo el litoral occidental de nuestro estado hasta las quebradas del municipio Mezquital.
A principios del 1600, los O’dam, junto con los Xiximes, los Acaxees y otras etnias llevaron a cabo un alzamiento en contra de los conquistadores en la que, en un momento memorable, los sublevados acabaron con la población española que se había refugiado en el templo de Santiago Papasquiaro y amagaron a la propia capital de la Nueva Vizcaya.
La represalia de los conquistadores fue tan drástica que obligó a la mayoría de las comunidades a replegarse en las quebradas del Mezquital donde vivieron en paz -salvo algunos conflictos internos.
Esto es, los españoles les tuvieron tanto respeto que una vez que los O’dam se recluyeron en la Sierra, ya no insistieron en conquistar ese territorio y los poblados que establecieron en las colindancias de la ciudad de Durango, como Santiago Bayacora, también fueron preservados en su cultura y tradición.
Y, así, los O’dam vivieron sin mayor interferencia durante casi 300 años hasta que, a mediados del siglo XIX tuvieron que aliarse con el cacique nayarita, Manuel Lozada, conocido como «el tigre de Álica», para defender sus tierras y bosques contra las Leyes de Reforma y en el pasado XX, la ambición comercial de explotar sus bosques los obligó a enfrentarse con la sociedad mestiza, al grado de involucrarlos en la Guerra Cristera y a partir de entonces, bien podemos decir que, parafraseando al poeta, «el diablo les escrituró su riqueza forestal» y los ha despeñado hasta su actual situación.
Así que, cuando veas o trates a algunos O’dam, reconoce en ellos a descendientes de una de las etnias más aguerridas que enfrentaron los españoles, a la que vencieron, pero jamás conquistaron y, ojalá, esta breve nota te motive, amigo lector, a escudriñar un poco más sobre el honroso pasado indígena de nuestro estado.
JAEC