El aguzado
Por: Iván Ramírez
No eran más de 20 casas, todas compartían una pequeña área verde donde colocaron un resbaladero y un columpio. Con el tiempo estos jueguitos se descompusieron, oxidaron y se los robaron, tal vez para venderlos como fierro viejo. El espacio empezó a ser utilizado para borracheras y como baño público por lo que el vecino de la casa contigua decidió cercarlo con malla ciclónica, nadie dijo algo al respecto. Pasaron dos años y el “aguzado” vecino sustituyó la malla por una barda de ladrillo provocando molestia general en los vecinos, pero no pasó de ahí.
Fue en temporada decembrina cuando “el aguzado”, casi de golpe, construyó un local comercial con otro piso arriba ampliando con ello su casa, y ahora sí, fueron a denunciarlo con las autoridades correspondientes, pero nada pasó, resultó influyente el Señor.
En ese local puso una tienda y por la excelente ubicación la mayoría terminó comprándole sus productos. El despojo estaba quedando en una anécdota de abuso y permisión por falta de organización, interés y fuerza. Los enojos se fueron desvaneciendo conforme nació cierta amistad entre “el aguzado” y los demás vecinos, unos se resignaron y otros siguieron con la molestia hasta que el Oxxo se les hizo lejos; dejando el orgullo de lado para ir en la noche por leche, azúcar, papel de baño y dos películas piratas.
Pero un día hubo cambio de Gobierno y fue entonces cuando le llegó un requerimiento a “don aguzado” demandándole el desalojo por estar sentado el inmueble en propiedad pública.
La vida seguía normal para los demás, pero “el aguzado” no durmió en varios días por una inflamación en el hígado; dicen que traía los ojos amarillos por la bilis y echaba espuma por la boca. No era para menos, su fuente de ingresos, su modo de vida y algo que ya sentía suyo estaba a punto de caerse y regresar al estado en el que original y legalmente estaba.
Entonces se le ocurrió mandar imprimir “chorromil” volantes para quejarse del nuevo Gobierno. Los repartió en las plazas, centros comerciales y en los tacos de “triplay”. En el andar se encontró con otros “aguzados” se pusieron de acuerdo e hicieron coperacha para hacer más volantes, pagar anuncios de radio y hasta contratar algunos atacadores en redes sociales. Todos los días a todas horas era lo mismo, vociferar contra el Gobierno inventando o magnificando errores, pero cuando los desalojaron vieron que la cosa iba en serio, fue cuando buscaron a los fantasmas de las navidades pasadas (exmandatarios) para sacar un acuerdo de ganar-ganar.
La salud de “los aguzados” empezó a mermar, pues lo más que habían logrado es hacer dudar a algunos y convencer a otros de mentarle la madre al Presidente actual, eso sí, después de picharles unas cheves y una paquetito de carne seca.
Se cumple un año de que AMLO asumió la presidencia y un importante sector de la población aún está a la espera de un cambio positivo en el bolsillo. Aunque de pronto parezca que esto da un paso atrás o no se mueve, los beneficios llegarán de manera gradual; pero de entrada es innegable que estamos en la ruta de una nueva relación Gobierno-sociedad.
Mientras esto se da, seguiremos leyendo y escuchando los aullidos de quienes están perdiendo lo que lograron con malla ciclónica, ladrillo, complicidad de gobiernos anteriores y, nos guste o no, por una sutil complacencia ciudadana.