El Ilusionista
Por: Iván Ramírez
El ser humano siempre ha tenido la necesidad de creer en algo, sean milagros, magia, el amor, los signos astrológicos o en algo más grande que el universo mismo capaz de resolver lo que parece imposible en este mundo de mortales.
Conforme pasa el tiempo no dejo de aprender y me sigo sorprendiendo de cómo algunos individuos pueden trazar con su dedo líneas en el aire y venderlas como una buena inversión. Pero más aún, me sorprende ver personas de cualquier nivel socioeconómico y educativo comprándoles esa imagen mental incolora, inolora, intangible y que se esfuma en cuanto el individuo baja su mano para guardarla en la bolsa del pantalón.
Los he visto como construyen esa ilusión para después venderla. Primero generar la percepción de contar con el respaldo de gente poderosa, a veces sólo dejan que los demás construyan en su mente lo que quieran o les conviene. Para esto, suben fotos con personajes de peso en la política. A veces logran recabar un buen número de «selfies» y las archivan para dosificarlas. Suben una por semana o quincena, y así la gente pensara que es ahí donde se desenvuelven; un mundo donde conviven quienes toman las decisiones en este país y/o el estado.
Después invitan un café en un lugar público a gente de cierto reconocimiento o credibilidad social, no necesariamente de la clase política. Esto hará que los desconfiados empiecen a bajar la guardia y se pregunten, ¿acaso podría estarme perdiendo de algo grande?…
Buscan, insisten, si es preciso, ruegan por entrevistas, una por aquí otra por allá, y así, empiezan a posicionarse.
Todo listo para la jugada maestra, hay que dar a conocer que se estará buscando un cargo de elección popular es momento de buscar inversionistas para el proyecto planteándoles los beneficios que vendrán en cuanto se gane, pues sólo es cosa de trámite, ya que todo está amarrado.
Si la recaudación no tiene la fluidez que se esperaba, es momento de recurrir a la estrategia denominada “rebanadas de pastel”, aquí es cuando se reparten cargos no sin antes haber sacado una de esas fotos archivadas en las que sale con alguien de peso. Cuando esto sucede, aquellos que dudaban empiezan a sentir presión y temen quedarse fuera del reparto.
Se detienen un momento y fuerzan su cerebro para tomar la mejor decisión. Es ahí cuando se da ese razonamiento que es veneno o endorfina para la ambición “este cuate está loco o es verdad lo que dice”. Estamos en un 50, 50 de probabilidades, una moneda en el aire un ¡ingue su! del mexicano, unos emprenderán retirada y otros empezarán a palpar su cartera.
Con membrete o sin él, reparten o venden delegaciones, cargos en un partido político, presidencias municipales, diputaciones, regidurías ¡caray! hasta tiempos compartidos en Mazatlán. Y la gente se vuelve a preguntar, ¿está loco o es verdad lo que dice?
En una ocasión se me acerco un hombre de camisa que alguna vez fue blanca; portaba un maletín descocido de un lado y algo descarapelado. Sus zapatos se veían endurecidos por la tierra, el sol y el tiempo. Se recargo en el mostrador y me dijo “le vengo a ayudar para que gane mucho dinero, sé cómo hacerlo” … y me pregunte en silencio, ¿por qué no lo ha logrado para sí mismo en todo este tiempo?…