¡¡¡Felicidades!!!
Por: Juan Alberto Esquivel y Cebrián
Honor a quien honor merece y el señor López nos ha demostrado que es muy capaz de lograr lo que busca en su desmedida hambre de poder.
Al inicio de la pandemia sacó de onda a todo el país cuando declaró que ésta le cayó «como anillo al dedo…» y los datos del Coneval (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social) sobre la pobreza en México, dados a conocer hace unos días, nos aclaran puntual y objetivamente la certeza de tal declaración.
«Primero los pobres…» constantemente nos dice el señor López, queriendo hacer creer en su «espíritu humanista» y por eso ha logrado que durante lo que va de su administración, su número haya crecido de manera sensible (del 41.9 por ciento al 43.9 por ciento; esto es, pasó de 51.9 a 55.7 millones de mexicanos cuyos ingresos no les alcanzan para «completar el chivo» y de éstos, 10.8 millones de plano no tienen ni para comer). En síntesis, nos muestra que quiere tanto a los pobres, que se esfuerza para que haya más.
Y, ¡claro!, la pandemia contribuyó a su empeño (por eso le cayó «como anillo al dedo») al crear condiciones para que la economía nacional se frenara, se perdieran millones de empleos y, consecuentemente, creciera la población que demandará apoyos ya no para salir de esta situación sino, simplemente, para poder comer. Y, naturalmente, «por convicción o por agradecimiento» esta población dirá que el señor López es buena gente y votará es su favor. Puro compromiso de votos y culto a la personalidad.
Por supuesto que pudo haberse evitado el deterioro de la economía de miles de familias o al menos, reducirse en buena medida, pero el ejecutivo federal, en su delirio de megalómano populista, decidió «no rescatar a los empresarios» y así dejó que miles de pequeñas empresas quebraran y se perdieran millones de empleos.
¿Y por qué se usa tanto a los pobres en los discursos políticos? Pues porque, debido a las condiciones tan precarias y hasta dramáticas en las que viven, son población fácilmente manipulable. Porque es población que vive esperanzada en el arribo de un mesías que la saque de su pobreza y, por eso, desde que iniciaron los gobiernos de la revolución -allá por los años 20’s del siglo pasado-, el combate a la pobreza ha sido el tema eje de los gobernantes y de miles de «líderes y lideresas sociales», pero solo han sido palabras esperanzadoras en discursos vacíos.
Y se comprende esta política de Gobierno pues en el momento en el que la población en condición de pobreza salga de ella, dejará de ser manipulable y ya no creerá en discursos demagógicos ni en quienes se enriquecen gracias a las múltiples necesidades de las gentes que tienen bajo su control.
El señor López también insiste en que él «no es igual a los otros» (sus antecesores en la chamba de presidente de la República) y en parte dice la verdad y en parte miente.
Los presidentes anteriores fueron más o menos respetuosos de las leyes y las instituciones que se fueron conformando y al actual le estorban para satisfacer sus ocurrencias y lo demuestra públicamente y en esto si es distinto a los otros.
Pero es igual a los demás en sus dichos para hacernos creer que acabará con la pobreza y con la corrupción -que también ha sido tema muy usado en los discursos políticos- más, con la información del Coneval y casos como el del exdirector de Pemex -que hasta la fecha ha sido «mucho ruido y ninguna nuez»- vemos que, al igual que los anteriores, sólo nos ofrece «tacos de lengua».
Aunque, tal vez, estoy equivocado en mi apreciación y el señor López no tenga esas intenciones para su Gobierno y el crecimiento de la pobreza solo sea por su incapacidad para desempeñar la chamba por la que batalló durante casi 20 años.
¿O tú qué opinas, paciente lector?