La diferencia
Por: Juan Alberto Esquivel y Cebrián
La diferencia entre una dictadura y la democracia está en que, en la primera, es la voluntad o el capricho de una persona la que rige el destino de un país y en la democracia, se toma en cuenta el pensar y el sentir de la mayoría de los ciudadanos.
También, en que en la democracia se respeta la división de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) y en la dictadura, aunque formalmente aparezcan esos tres poderes, es el ejecutivo quien tiene el control del Gobierno. Y en los últimos días hemos sido testigos, con mucha claridad, de cómo, en nuestro país, opera un dictador.
Primero, envió al Congreso de la Unión una Ley -que todos los especialistas dijeron que traería muchos problemas y gastos al país- con la orden a los diputados de su partido, que, desafortunadamente, son mayoría, de aprobarla sin «cambiarle ni una coma» y ellos, sumisos, así lo hicieron. Luego, cuando llegaron los primeros litigios a causa de esa ley «sin una coma cambiada», busca atemorizar al juez que les dio entrada a esos litigios, con la clara intención de querer controlar al poder judicial, como ya lo hace con la mayoría del legislativo.
Y como marco de este intento de a vasallaje, hace uso de todo su poder para hacer que el partido de su propiedad… perdón, que formó, recomiende como candidato a la gobernatura de un estado a uno de sus cuates a pesar del claro repudio, a nivel nacional, del personaje quien, seguro, alcanzará su ambición, pues tiene a su favor el apoyo total e incondicional del titular del poder ejecutivo federal.
Y estos hechos no son sino unas manchas de las muchas que ya ensucian a la actual administración: la cancelación del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, a un alto costo que pagaremos los mexicanos y de las guarderías, que daña a las madres trabajadoras; la apropiación de muchos miles de millones de pesos destinados a la ciencia, el arte, la atención y protección de víctimas de delitos o siniestros naturales, sin saberse el destino final de ese dinero, etc. todo con el argumento de una corrupción nunca demostrada y, en cambio, se gastan también miles de millones de pesos en obras que los especialistas han declarado como inoperantes.
A esto se suman, por ejemplo, las declaraciones iniciales de que se compraron millones de vacunas contra el COVID-19 y de que se pagaron miles de millones por ellas, cuando la realidad demuestra que llegan a cuenta gotas y en pocas porciones y, reconocido por la misma administración, en buena medida como galantería de algunos países como China, Rusia e India.
Es indiscutible que los gobiernos anteriores fueron corruptos y, en buena medida, ineficientes y eso ha servido de pretexto para que el actual pretenso a dictador manoseé los intereses populares y manipule a la voluntad nacional en beneficio de sus intereses particulares y los del grupito que lo rodea.
Ahora nos toca, como ciudadanos, decidir si fortalecemos a la naciente dictadura para acabar como actualmente están Venezuela o Nicaragua o fortalecemos a la democracia votando por quienes pueden ejercer una oposición efectiva o, ¿Tú qué opinas, paciente lector?