Por: Quetzal Herrera

A través del tiempo, las formas de hacer política en nuestro país han tenido diversas aristas, modificaciones y hasta procesos innovadores para poder conquistar el respaldo ciudadano para llegar a los espacios de poder; lo que no se ha modificado, y es una parte fundamental del ejercicio político, es el diálogo, quien deja de lado este principio está destinado a la confrontación permanente, muchas veces sin sentido, pues a pesar que cada quien pensamos diferente, o hay quienes representan alguna ideología respecto a otra, los políticos deben entender que hay siempre puntos de coincidencia, que no se puede transitar hacia la gobernabilidad cuando no se tienden los lazos de comunicación  con los adversarios.

Muestra de ello es el reciente hecho lamentable en el que varios presidentes municipales acudieron a Palacio Nacional a ver al Presidente López Obrador para pedirle que se les asigne mayor recurso en el ejercicio presupuestal del próximo año, y donde no solo no fueron recibidos por el Jefe del Ejecutivo, sino que encima de ello los “echaron” de las puertas de este recinto a través de gases lacrimógenos, con una “dosis moderada”, como dice el comunicado oficial de la vocería. Si bien es cierto, don Andrés Manuel no está a la disposición de quien quiera llegar a verlo sin previa cita, me parece que las formas no son las adecuadas, puesto que estoy casi seguro que sin cita y si hubieran ido a entregarle un reconocimiento y agradecerle los apoyos, sin duda los hubiera recibido; en fin, el hecho es que así se rompe el diálogo con quienes pueden ser verdaderos aliados de la administración pública federal, pues los munícipes son la primera autoridad en la cual el ciudadano recarga todas sus quejas, y sin ese primer filtro gubernamental, el Presidente queda vulnerable por ese lado. Como haya sido, nada cuesta generar las condiciones para el diálogo.

Lo mismo ocurre precisamente en partidos políticos como Morena, de donde proviene el Presidente, pues a nivel nacional cada quien trae “su fiesta” aparte, y la disputa baja hasta las entidades y municipios; aquí el diálogo está roto por los intereses de los grupos de poder que integran un movimiento que luego del triunfo en el 2018 ha perdido el rumbo, sin consensos ni organización lo más probable es que continúen en picada respecto a la aceptación ciudadana; es decir, la aplanadora que fueron hace poco más de un año, hoy se convierte en una máquina de golpes bajos y descalificaciones, cuando lo único que tendrían que hacer, es ponerse de acuerdo, pues en la actualidad ya no se trata de quien gane a “las vencidas”, sino sólo hacer que el otro siempre esté perdiendo, a pesar de las consecuencias al exterior.

Y claro que el diálogo trae buenos dividendos para quienes lo ejercen, por ejemplo y como lo hemos dicho en este espacio, esta Legislatura del Congreso del Estado se ha caracterizado por implementar los acuerdos desde el inicio de funciones, y ha quedado de manifiesto con la serie de aprobaciones a iniciativas que salen por unanimidad. O lo que ocurrió esta semana, cuando todas las fuerzas políticas presentaron una agenda legislativa en común, es decir, todas y todos los legisladores, de todos los colores partidistas, van hacia el mismo lado, y desde luego quien sale ganando con eso, es el estado.

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