Por: Quetzal Herrera

No cabe duda que también esta semana la nueva administración municipal ha marcado la agenda política y mediática, ya que poco a poco han dado a conocer la manera en cómo estarán trabajando por los próximos tres años, algo que es muy común cuando sabemos que los ciudadanos también esperamos y confiamos que las nuevas autoridades estén a la altura de las demandas; por lo que también es normal que desde la parte oficial se lleven a cabo acciones que indiquen que el pasado quedará hecho “añicos”, o en este caso en botes de basura. Y esto viene al caso luego que se comenzó con el derribo de las letras de “Durango Te Quiero Feliz”, instaladas en varios puntos de nuestra ciudad, y que fueron autorizadas por la administración del doctor José Ramón Enríquez Herrera, frase que fue una bandera para él y su equipo de trabajo, incluso en campaña era también parte del “grito de guerra” desde la campaña del 2018 y en este año cuando buscó la reelección.

Lo que hay que dejar en claro es que estas letras, más allá de la estructura metálica que en muchos de los casos hasta quitaba visibilidad a los conductores, representaban el sello del pasado, como también en su momento el Gobierno 2016-2019 derribó, en los primeros minutos de su mandato el 1 de septiembre, la barda que rodeaba la Unidad Administrativa Municipal, bajo el argumento que esa administración sería transparente, acción que sin duda marcó el inicio de un nuevo Gobierno, y hoy como en ese entonces también hubo diversas opiniones. En este caso, el material del que están hechas las “letras felices” servirá para hacer botes de basura que se instalarán en el centro de la ciudad. En ambos casos han existido los señalamientos pero hay que ser muy conscientes de una cosa, lo que hubiera ocurrido con esas letras iba a ser producto de comentarios, así como sucede, de igual forma en el remoto caso de que se hubieran quedado, creo que habrían existido más críticas.

Ambas acciones de momento forman parte de algo que inicia, máxime cuando luego de estos valores entendidos también se le agrega la parte legal que hace tres años no existía, y es lo que tiene que ver con la entrada en vigor de la Ley de Imagen Institucional, misma que prohíbe la utilización de marcas, o colores relacionadas a un partido político, y que deberán sólo tener los son de tonalidades grises, blanco y negro. Esta determinación de eliminar las letras seguramente fue producto de un análisis al interior del equipo que encabeza Jorge Salum del Palacio, para determinar la fecha y la forma en cómo se habría de manejar en lo político y mediático, a pesar de los señalamientos me parece que era algo inevitable; y desde luego no deberá extrañarnos que dentro de tres años más, quien llegué también busque iniciar con un estilo, un ritmo y una dinámica a su modo.

Me parece que esta decisión también provocará buen ánimo ciudadano con el alcalde Salum del Palacio, pues la polarización a la que nos han llevado los partidos políticos en cada proceso electoral, provoca la molestia justificada de las familias, además del encono generalizado hacia las posturas políticas; y hay quienes en esa dinámica veían a esas estructuras como algo que tendría que desaparecer, más allá de un concepto o el hecho de que ahí se tomaran fotos, era una postura tajante que este Gobierno tendría que canalizar a su favor.

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