Por: Quetzal Herrera

Si bien el Gobierno federal ha recibido una serie de críticas al asilo político que le ofreció a Evo Morales en territorio mexicano, dese luego incluido el complicado traslado en un avión militar desde aquella región hasta México; todo bajo el argumento del derecho internacional que tenemos todos los ciudadanos de recibir o solicitar asilo político en el extranjero cuando exista una persecución, incluso esto está estipulado en el artículo 14 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos; por lo que me parece que a pesar de las objeciones y del personaje del cual se trata, López Obrador y Marcelo Ebrard hicieron, por decirlo de alguno forma, “un acto de civilidad” hacia el boliviano; como se quiera ver, por compatibilidad ideológica o por amistad, pero se consumó el hecho y el ahora expresidente ya está bajo la protección que le ofrece estar en territorio ajeno al propio.

Me parece que hasta aquí la estrategia caminaba muy sostenida con alfileres, pues en la opinión pública y perfiles conocedores del derecho, como Diego Fernández de Ceballos, avalaron dicho asilo. A mi parecer se ha caído ya en un juego de raja político-ideológico entre quienes representan a Morena y la “Cuarta Transformación”, puesto que una cosa es brindar esa protección y otra es buscar reflectores a costa de un personaje que hasta ahora es señalado de haber fraguado un fraude en el pasado proceso electoral en Bolivia, acción que habrá de tener sustento por quien lo acusa; pero a final de cuentas la seriedad que debe tener un asunto tan delicado entre ambos países de cara a las posturas de organizaciones internacionales como la Organización de Estados Americanos (OEA), creo que se está dejando de lado, y para muestra, de entrada, en su primer día en territorio mexicano fue nombrado como “visitante distinguido” de la Ciudad de México, por Claudia Sheinbaum. Me parece una falta de tacto político elemental, pues a pesar de todo es un personaje que, junto a su familia, no atraviesan una situación nada sencilla, es decir, no viene a México en visita oficial o de vacaciones; el señor está salvando su vida, por ello se le ofreció el asilo, y la jefa de Gobierno con sus ocurrencias que en verdad le restan al propósito central del recibimiento; claro, habiendo otras prioridades.

Desde luego la “superestrategia” planteada por el diputado Gerardo Fernández Noroña, en cuanto a “pasar la charola” con los legisladores federales de Morena para la manutención de Evo Morales durante su estancia en México, es otra acción errónea, ya que según cálculos del diputado le estarían aportando alrededor de 159 mil pesos mensuales. Esto desde luego raya también en el poco criterio ante una situación como la que se presenta, no es el dinero, es la forma en que quieren hacerse notar con acciones absurdas que en nada le ayudan al Gobierno de López Obrador; buscan los reflectores ante una situación tan delicada, porque todos sabemos que eso no será real, quieren verse como los salvadores y terminan siendo desacreditados ante sus dichos; de entrada, imaginemos que esté por lo menos un año, ningún legislador aportará tanto tiempo. Hasta cierto punto es normal y comprensible que el Gobierno federal se hará cargo de sus gastos, a pesar de los señalamientos, pero que Noroña y su camarilla no vengan a querer vernos la cara.

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