Por: Quetzal Herrera

Este fin de semana se desarrolló unas de las principales cumbres entre países que son considerados potencia, el G7 integrado por Alemania, Reino Unido, Canadá, Japón, Estados Unidos, Italia y Francia, donde parte de los temas que abordaron, estuvieron relacionados con el medio ambiente, para que a través de diversas acciones se logre frenar el cambio climático, y lo que más ha llamado la atención mundial es lo anunciado como el “pacto por la naturaleza”, que establece que a más tardar para el 2030 se reducirán las emisiones de carbono, por lo que se apoyará únicamente a quienes usen carbón limpio para generar energía, y añadieron que buscarán que se elimine la producción de vehículos que usen gasolina y diésel.

Es decir, las políticas públicas que estarán implementando los jefes de estado de estas naciones coinciden en que la utilización de los combustibles fósiles debe desaparecer, y contribuir en algo a cuidar nuestro medio ambiente, y en el caso de los vehículos es un primer mensaje sobre todo a las empresas que fabrican este tipo de unidades móviles que usan combustible fósil, pero también de manera directa para otras naciones que no han impulsado acciones para reducir los efectos contaminantes, como el caso de nuestro país, donde hasta este momento no se vislumbran decisiones que respalden lo que dichos líderes mundiales están impulsando.

De hecho, contrario a estos anuncios es que nuestro país lleva a cabo su agenda, pues el hecho de que se mantiene la construcción de la refinería de Dos Bocas, aunado a la compra de la refinería de Deer Park, adquirida recientemente; son mensajes claros de que México no tiene como prioridad comenzar a sentar las bases desde hoy para ayudar a disminuir las emisiones de carbón, y se le apuesta más a seguir produciendo este tipo de combustibles, bajo el argumento válido de buscar que los precios disminuyan en favor de la economía familiar, pero dejando de lado la visión que tienen otros países que le apuestan a las energías limpias, porque es claro que se trata de un proceso que lleva años consolidarlo, y que los mandatarios pertenecientes a esta cumbre, o del resto de los países, a su paso por los gobiernos solo deberán ser facilitadores de estas acciones, pues a ninguno le corresponderá, como jefe de estado, los resultados obtenidos.

Me parece que el Presidente López Obrador sí debe considerar sumarse a este tipo de iniciativas de los países potencia, pues tan solo el caso de Estados Unidos, con el expresidente Donald Trump, además de romper sus relaciones diplomáticas con muchos países, las energías verdes tampoco fueron su prioridad, y en esta cumbre del G7, Joe Biden re direccionó lo que su antecesor había hecho, y hoy nuestro vecino del norte es uno de los principales promotores de estas políticas ecológicas; no como un asunto político, sino como una urgencia a la que todas las naciones deben estar obligadas a contribuir.

Me parece que México no puede quedar aislado de la responsabilidad de disminuir las emisiones de carbón, si bien desde el Gobierno federal no existe un panorama claro en este sentido, no deberán ser tampoco un “dique” para las organizaciones no gubernamentales que día con día luchan por mejorar nuestro medio ambiente, y considerar que el hecho de apostarle más a la construcción de refinerías o trenes, no es lo más factible para que nuestras familias tengan un mejor futuro.

Twitter: @Quetzalh