Por: Gilberto Jiménez Carrillo

En la antigüedad, en Grecia y en Roma las representaciones de la justicia mantenían y desarrollaban el atributo de la vista. Incluso cabría decir más, pues para esas culturas, la justicia tiene el poder de verlo todo y traspasar con su mirada los más ocultos pensamientos de los hombres. Se trata de una visión de todo el universo en donde las leyes de la naturaleza y las de la vida humana o social deben estar en armonía. En la vida social no se trata de eliminar el conflicto porque esto es imposible, sino de buscar la forma de resolverlo sin necesidad de acudir o utilizar la violencia.

La tranquilidad de los países y las ciudades que resuelven sus conflictos mediante tribunales justos contrasta con aquellos lugares en donde prevalecen los demonios de la guerra, la discordia, la violencia y la muerte. Un elemento importante de los poemas homéricos es la rodilla como signo de piedad y clemencia. Siempre que alguien pide socorro, se abraza a las rodillas de quien pueda concedérselo. El guerrero vencido pide clemencia por su vida y la de su pueblo rodeando con sus brazos las rodillas de su vencedor, lo mismo que una madre cuando pide un favor para ella o para su hijo tocando la rodilla de un poderoso. Hincar la rodilla ante el guerrero significa aceptar la derrota, pero también es símbolo e invocación de clemencia.

La señora madre de Joaquín Guzmán Lorea no era culpable de las actividades de su hijo; ha sufrido persecuciones y muchas noches de no dormir tan solo por ser la madre de un hombre que a pesar de su condición humilde, llegó a convertirse en un personaje de fama mundial. Ahora resulta que los mismos inconformes de siempre critican a Andrés Manuel López Obrador por saludar a Consuelo Loera, madre de “El Chapo”, y no conforme con ello, hasta le exigen que explique las conexiones que tiene con la familia.

El Presidente tuvo un encuentro de breves segundos con la señora en una visita de trabajo que realizó por Badiraguato, situación que aprovecho la señora Loera para platicar con él, respondiéndole el Presidente que ya había recibido la carta enviada por ella. Sin inmutarse un ápice, pues el que nada debe nada teme, el Mandatario declaró haber saludado a la madre de Guzmán Lorea, la cual le merece todo su respeto, e incluso afirmó que la ayudaría para que esta pueda visitar a su hijo en prisión.

Ahora resulta que, si López Obrador realiza una gira en Guadalajara y se le acercan integrantes de la Iglesia la Luz del Mundo entregándole una carta y pidiéndole alguna indulgencia para su encarcelado líder, los inconformes de siempre van a querer saber qué hacía el Presidente en la capital de Jalisco y que nexos lo unen con el exreligioso.

Andrés Manuel trabaja mínimo 16 horas diarias, no descansa, intenta mejorar un país que nos dejaron en ruinas. Recibe ataques y criticas todos los días, pero no fácilmente cae en provocaciones, pues él sabe de su responsabilidad por mantener la armonía en un país muy dañado por la deshonestidad y corrupción de sus anteriores gobernantes. La justicia tiene el poder de verlo todo y traspasar con su mirada los más ocultos pensamientos de los hombres y eso no cualquiera lo entiende. Lo único que hizo el Presidente fue escuchar el ruego o clemencia de una madre afligida, lo cual no significa necesariamente sea un acto de poderosos, sino de humanos, como los poemas de Homero en “La Ileada” y “La Odisea”.

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