Mercado de abastos, un lugar donde no llegan los aplausos
02/05/2020 - Hace 5 años en MéxicoMercado de abastos, un lugar donde no llegan los aplausos
Por: Iván Ramírez
El mercado es un lugar donde se compra energía y vida por kilos, litros o latas. Si quienes ahí trabajan se quedarán en sus casas, el Coronavirus sería un juego de niños ante la pandemia de hambre que se desataría. Ahí los héroes no están cubiertos por reconocimientos o flores, sino por costales, rejas de madera y cajas de cartón. Es un ruedo donde todos los días se juegan la salud, la vida y el sustento de sus familias, y nosotros, gracias a ellos tenemos la oportunidad de acceder a esos kilos de vida. Pero, aun así, nadie voltea para aplaudirles o agradecerles por ello.
Héroes sin saber que lo son, mientras debajo de sus playeras y piel traen bien puesta su formación de barrio bravo donde los fines de semana entregan chivo para después relajarse un poco en compañía de los(as) amigos(as). Muchos son aficionados a tirar trompos y los lunes llegan con ojos morados orgullosos de sus marcas de guerra, platicando y exagerando cómo estuvo la cosa; mientras otros(as) nomas los escuchan sonriendo, pues saben que les partieron su mandarina en gajos, pero no se acuerdan de ello.
Aun así, no se pierde el ánimo y coquetean sin dejar de trabajar cuando ven pasar una muchacha guapa o intercambian miradas con Jaqueline o Brenda, quienes trabajan en la bodega del otro lado. Se echan carilla entre ellos aligerando las horas de trabajo y mientras uno vacía la reja de limones, acomoda el pollo y el otro descarga el tráiler, se intercambian análisis de futbol, box o política. Obviamente nunca falta quien tenga su corazón curtido por andarle yendo al Cruz Azul o al América.
Empacando o despachando, la televisión sigue siendo quien lubrica la jornada: Novelas donde la maldita le quiere quitar al marido, los programas donde infieles o mantenidos son juzgados o las noticias diciéndoles “quédate en casa” o cuantos muertos van por el Coronavirus. ¡Pero de que carajos sirve saber eso! ahí donde no queda de otra que salir a partírsela diariamente.
No faltan los concursos de belleza en cada una de las cajas y pasillos donde a ellas se les ve cobrando, acomodando, charlando o sonriendo mientras miran su teléfono y mueven rápidamente sus dedos para contestar uno o más mensajes de WhatsApp. Muchas bellas e indiferentes a la vez, pues están trabajando, no pescando.
Trocas perronas se pueden ver estacionadas producto de aplicar tres frases “la caja no se suelta” “el que tiene tienda que la atienda” y “a ojo del amo engorda el caballo”.
El mercado de abastos es como un enorme mutifamiliar, donde todos se conocen y hay cierta convivencia, pero cuando cae la tarde se dispersan y vuelven a su otra casa donde los espera su otra familia.
Cuerpos moldeados a una silla hundida, amabilidad clave para vender un poco más y en ocasiones jóvenes que estudiaron administración o mercadotecnia tratando de imitar los gestos y reflejos de sus padres porque la clase de “cómo vender más” no se las enseñaron en la universidad.
En el mercado de abastos hay padres, hijos(as), madres, abuelos(as) partiéndosela todos los días por los suyos y porque no les queda de otra. Seguimos de pie como sociedad, sostenidos desde el estómago por los alimentos a los que podemos acceder gracias a ellos. ¡APLAUSOS! Y ¡GRACIAS!…
Twitter: @ivanramirezdgo