Gilberto Jiménez Carrillo

Después de 25 años de vivir en Estados Unidos por el autoexilio al que fue orillada luego de participar en una huelga de hambre junto a un grupo de indígenas en 1987, en el 2013 la pianista mexicana Olivia Revueltas regresó al país que la vio nacer. La mujer lleva en el apellido y la sangre la rebeldía, pues es hija del escritor José Revueltas y Olivia Peralta. La pianista tiene también como herencia el arte, para muestra están sus tíos. Olivia se acercó a los 23 años de edad al jazz siendo autodidacta pero tomando como referencias a músicos como Chilo Morán, Tino Contreras y Enrique Almanza. La artista edificó la mayor parte de su carrera en Estados Unidos. El 7 de abril del 2016 Olivia Revueltas se presentó en el teatro de la Ciudad “Esperanza Iris” con la obra Jazz, danza, y pintura acción en el teatro,  esto con motivo del 40 aniversario del fallecimiento del activista y literato José Revueltas. Le dedicó la primera pieza a su padre y comentó que no le importaba que sus detractores la tacharan de oportunista, finalmente ella era hija de José Revueltas y toda hija tiene derecho a recordar a su papá. En cuanto entró en contacto con las teclas del piano, pareciera que, alimentada por las notas, ella floreciera. A través de las tres horas seguidas del concierto, la compositora compartió su destreza al tocar con los dedos, brazos y baquetas las teclas y cuerdas de su instrumento…el piano se convirtió en una extensión de su cuerpo. Otro concierto de Olivia se tituló Revueltas, memorias de humanidad, dolor y amor, al ritmo de jazz. Este fue un evento con sentimiento familiar en el cual se podía sentir la tradición artística de los Revueltas en el aire. Olivia recuerda que una mañana, cuando era niña y su mamá —quien pasó muchas dificultades— le trenzaba el cabello, afirmó: “Mamá, yo soy artista!” A lo que su madre le contestó: “¡No señor!, lo que pasa es que quieres imitar a tu tío y a tu padre!”. En noviembre del 2014 en el actual Archivo de la Nación, y con motivo del centenario del nacimiento de su progenitor, para Olivia Revueltas fue imposible sobreponerse a los recuerdos y la emoción. Con los ojos llorosos, señalaba el lugar justo donde medio siglo antes se encontraba con su papá, el escritor José Revueltas, cuando lo visitaba en el Palacio de Lecumberri, donde fue recluido a raíz de los hechos de 1968.  Aquí venía a visitar a mi padre y me era muy difícil no quebrarse, más aún cuando hizo la huelga de hambre. Él nos decía que nunca hay que quebrarse ni claudicar. Olivia Revueltas es un referente en el jazz mexicano de finales del siglo XX y comienzos del XXI. Para Revueltas, sentarse al piano a improvisar es hablar lo que se siente a través de la música: “Es ir y sentarse al piano y pedir permiso al universo”. Olivia es una incansable defensora de lo que se tiene que defender, el compromiso social le viene de familia, no podía ser de otra manera, pues es hija de José Maximiliano quien le dejó una herencia moral y de honradez. Para que viniera a Durango tan solo bastaba con pagarle su boleto de avión, hospedaje y comida y desde luego ponerle un piano afinado enfrente, igualito que como se organizó lo de Jorge Vidaloms. Al igual que las conferencias sobre Consuelo y Silvestre, el que esto escribe ya lo tenía todo arreglado. Este año no se pudo Olivia, ya veremos el siguiente.

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