Por: Emmanuel Salazar

Los villanos favoritos de la pandemia del COVID-19 en Durango fueron en días pasados los paisanos, los cuales pese a los grandes problemas que viven en Estados Unidos, enviaron al estado de enero a marzo 211 millones de dólares.

En redes sociales fue notorio observar cómo los duranguenses exigieron a sus pares, que se fueron al vecino país a buscar un mejor modo de vida, que no vinieran en Semana Santa, y fue tanta la petición que finalmente solo arribaron poco más de tres mil paisanos de los poco más de nueve mil que llegan para dicho periodo vacacional.

Los cuatro mil 220 millones de pesos que los duranguenses radicados en Estados Unidos inyectaron a Durango en 90 días, (tomando el tipo de cambio a 20 pesos) seguramente permitieron a infinidad de familias vivir con algo de holgura, pero cuando esos mismos personajes quisieron regresar a su terruño, la mayoría de nosotros les cerramos el paso y les pedimos la sana distancia.

En días pasados, al abordar el tema comente que no sería muy amigable darles el portazo y que simplemente deberíamos pedir que quienes arribaran, evitaran salir por 15 días para posteriormente, luego de su cuarentena disfrutar de su familia y amigos.

Creo que es lo menos que podemos brindar todos y cada uno de los duranguenses que directa o indirectamente recibimos el beneficio de los recursos enviados, que rivalizan sin aspaviento con cualquier programa de subsidio que tenga actualmente el Gobierno federal a través del pago a adultos mayores, o beca para los jóvenes denominados ninis.

Ha sido lamentable leer en las redes sociales, cómo los paisanos fueron rechazados, estigmatizados por presuntamente traer el virus, y en si fueron discriminados.

Incluso cuando trascendió que una mujer había regresado de Estados Unidos a su natal San Juan del Río para recibir atención médica por padecer Coronavirus, hubo incomodidad.

Aunque nos cayó de peso esa situación, muchos también pensamos que era lo menos que se podía hacer por todos aquellos que semana a semana mandan sus dólares a sus seres queridos que se quedaron en su pueblo.

El envío de remesas prosiguió pese a que nuestros paisanos se quedaron sin empleo debido a la crisis del COVID-19 que se vivió en Estados Unidos, en donde también se suspendió todo tipo de actividad.

Nuestro deseo ferviente es, ojalá en el siguiente trimestre se mantengan las remesas, pues ese recurso será, ante la parálisis económica nacional, un gran aliciente.

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