Salud mental
Por: Iván Ramírez
Todo parte del cerebro, de la mente: los sabores, emociones como la felicidad o la tristeza. Cuando este órgano se descompone, satura o intoxica, empieza a mandar señales erróneas a todo el cuerpo y puede hacer que las extremidades no se muevan o que tus ojos dejen de ver la realidad; el cerebro se puede llenar de cosas que nos hagan sentir en un rincón sin salida, algo que frustra, duele o puede incitar a hacer o hacernos daño.
La orden y/ o la decisión de caminar, correr, brincar, abrazar o disparar un arma contra alguien viene de ahí, del cerebro.
Hace unos días ocurrió una tragedia en una escuela de Torreón, Coahuila, donde un niño disparó contra su maestra y compañeros, después se suicidó.
Habrá quienes se pregunten: ¿De dónde tomó el arma?, ¿Quién se la dio?; mientras que otros se preguntaran ¿Por qué lo hizo?. No faltarán como siempre los labios secos y entre abiertos de los morbosos queriendo ver las fotos de la tragedia (sin palabras).
Abra la boca, saque la lengua, levante su brazo, respire, déjeme ver la radiografía: esto es lo que normalmente nos checan o nos checamos para saber si gozamos de buena salud, pero el atender la mente y algunas señales que de ahí se desprendan, debe ser ya una preocupación pública y una ocupación mínimamente tripartita entre Gobierno, instituciones educativas y sociedad.
Ya no cabe intercambiarse culpas porque esto a nadie revive y nada resuelve de fondo. Decir que los padres debemos estar atentos de nuestros hijos y aprender a identificar las señales, es lo que debe ser. Pero la realidad es que a veces no se detectan a tiempo o si las detectamos tal vez nos entre la negación porque no nos gusta sentirnos culpables.
Las hormonas, las amistades, los programas de televisión, lo que ven en Internet o los videojuegos suelen ser los temas a comentar, sea para convertirlos en justificantes o culpables.
Cuando nos hablan de la necesidad de apoyo psicológico normalmente reaccionamos diciendo «¡Si no estoy loco!», “¡no tengo porque ir a platicarle mis problemas a quien no conozco!”, “no tengo dinero para andar con esas cosas!”. A veces es verdad, no hay dinero para pagar un especialista y preferimos ir a que nos lean el tarot, platicarle a la comadre, amigos o hacer otras cosas para distraernos.
El objetivo primordial de todo Gobierno es lograr el estado de bienestar de la población, pero si no hay una mente sana no puede saborearse ni una jugosa hamburguesa o disfrutar a plenitud los momentos con tus seres queridos.
Tanto gente rica como pobre se ha quitado la vida o ha privado de la vida a otros, tal vez a raíz de algún “nanocorto” circuito o agresiva reacción química que tomó la voz de mando en sus cabezas.
Una revisión general en cada nuevo periodo escolar apoyados por un convenio con instituciones de psicología y comunicarle a los padres el resultado; un psicólogo en cada escuela y en cada clínica de salud ¡vamos! no lo sé, son sólo algunas ideas que podrían ayudar.
Ni siquiera me acerco a ser un conocedor de un tema tan delicado, menos un experto. Soy un padre de familia, un ciudadano buscando aportar algo aunque sea en este momento desde un teclado. Lo que sí sé perfectamente, es de la urgencia por ocuparnos más de esa caja donde nace lo que somos y hacemos, el cerebro.
“Pienso luego existo”. René Descartes.