Por: Gilberto Jiménez Carrillo

Ante el constante rumor de que en las próximas elecciones el PAN y el PRI se van a convertir en comadres y se van a poner las mismas medias para competir contra sus adversarios políticos, han surgido una serie de inconformidades de los panistas serios y de abolengo que se oponen abiertamente a esta contaminación. De entrada, seria ofender la memoria de Manuel Gómez Morín, de Abel Vicencio Tovar, Efraín González Morfin, Luis H. Álvarez, Pablo Emilio Madero, Manuel Clouthier, el maestro Carlos Castillo Peraza y algunos panistas más de renombre que durante décadas dejaron su vida defendiendo los postulados de un partido que nació, precisamente para combatir al corrupto PRI. Desde la fundación del partido en Durango en 1939, hasta hace pocos años, la historia del PAN en Durango ha sido un devenir de engaños, represión y fraudes electorales, precisamente orquestados por el PRI, partido con el cual algunos agachones panistas pretenden agarrarse de la mano en la elección del 2021.

Acaso tendrá la desfachatez Verónica Pérez de llevar flores a las tumbas de Don Jesús H Elizondo y Beatriz Garcinava y platicarles que tuvo un sueño o visión, en la cual espíritus chocarreros le piden que acepte de candidatos a individuos que no hace mucho pisotearon y se burlaron de todos los panistas de Durango. Ya desde ahorita existe una fuerte inconformidad entre los panistas de cepa, que abiertamente se oponen a semejante aberración. Que acaso los que deciden estas cosas en la dirigencia estatal de Acción Nacional no tienen un poquito de decoro y decencia como para de tajo dejar en claro que de ultratumba escucharon la voz de Doña Conchita Morín viuda de Gómez y Carlos Septién García que les ordenaron, -bajo amenaza de estirarles los pies en la noche-, que no aceptaran por ningún motivo y bajo ninguna presión aliarse con los discípulos del Peña Nieto.

Además, en estos momentos los priistas padecen crisis de identidad, están huérfanos de liderazgos y débiles de orgullo, dicho de otra manera, la supervivencia del PRI depende del PAN, entonces, para que darle respiración de boca a boca a candidatos que tienen el fierro de herrar del Partido Revolucionario Institucional en una sentadera, mientras que en la otra un tatuaje que dice “amo al PRI”, cuando al interior del PAN existen militantes y simpatizantes que se la han jugado durante muchos años y serían los primeros en respingar ante la posibilidad de imposiciones tricolores. El PAN ha sido hasta ahora un partido de ciudadanos que, de manera consciente y voluntaria, asumen su militancia en calidad de miembros adherentes después de un cierto periodo de conocer el partido, su doctrina y principios.

¿A poco un priista sabe de estas cosas? Si en el PAN aceptan semejante absurdo, no tardaran en darse de topes, pues en un abrir y cerrar de ojos, el PRI se convertirá en un lastre y será muy difícil sacudirse a semejante alacrán. Durante casi 60 años, cuando llegó Vicente Fox a la presidencia, miles de hombres y mujeres dieron lo mejor de sí para cambiar a México, y lo hicieron desde Durango. Ser panista va más allá de un membrete o estar en un padrón: es vivir con convicción, sentirlo y pregonarlo. Los gobiernos solo duran seis o tres años, mientras que ser panista es para siempre. En Nuevo León los panistas rechazaron la alianza con el PRI, ¿A poco en Durango lo van a permitir?

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