Por: José Antonio Fierro Santacruz

@Antonio_Fierro

Después de una modificación en la fecha, derivada de la pandemia del Coronavirus COVID-19, finalmente, el pasado domingo 18 de octubre se celebraron elecciones en los estados de Coahuila e Hidalgo, donde el gran ganador fue el Partido Revolucionario Institucional (PRI); se eligieron diputados en el vecino estado, así como se renovaron ayuntamientos en el estado gobernado por el priista Omar Fayad.

La victoria electoral del PRI en Coahuila e Hidalgo no fue sorpresa, ya que ambas entidades son gobernadas por priistas; sin embargo, sí hubo una derrota para Acción Nacional.

En Coahuila, con una participación ciudadana del 39.39 por ciento fueron electos 16 diputados por mayoría relativa, todos del PRI y nueve por representación proporcional que fueron asignadas a cuatro partidos: Cuatro para Morena; tres para el PAN; uno para Unidad Democrática de Coahuila (UDC), y uno para el Verde Ecologista de México (PVEM); mientras que en Hidalgo se renovaron 84 ayuntamientos, de los cuales 32 serán gobernados por el PRI, el PRD gobernará siete, Morena seis; la coalición PAN-PRD seis, la alianza PT, Verde, Morena y Nueva Alianza cinco, PAN cinco, PES cinco, Nueva Alianza cinco, PT cuatro, PVEM tres, mientras que habrá un municipio dirigido por un independiente.

Al comparar los resultados de estas elecciones, se comprueba que no hay regreso del PRI al poder, ya que nunca se había ido. La actual Legislatura coahuilense, está conformada de la siguiente manera: 10 diputados del PRI, nueve del PAN, dos de la UDC, dos Independientes, uno del PRD y uno de Morena.

En el proceso de 2017, el priista Miguel Riquelme salió como ganador para la gubernatura de dicho estado, mientras que Acción Nacional quedó en segundo lugar y Morena en tercero.

En el caso de Hidalgo, el PRI gobernaba en 22 Ayuntamientos, el PAN 17, el PRD 15, el PES ocho, el Verde seis, MC cinco, al igual que NA, PT cuatro, Morena uno y un independiente. Pero en 2017, el priista Omar Fayad ganó la gubernatura, mientras que la segunda fuerza política fue el blanquiazul.

A pesar del resultado, el partido del presidente López Obrador no puede ser llamado derrotado, incluso hay que resaltar que escaló como segunda fuerza política en esos estados. La división nacional como local por la dirigencia pudo haber afectado el resultado. Sin embargo, estos resultados no se deben de tomar como una visualización para el proceso del 2021, ya que en este tipo de proceso intervienen dos elementos: El contexto local y el nacional.

El que si debe de replantearse la estrategia es el blanquiazul, que de segunda fuerza pasó a tercera en ambos estados. En el caso de Durango, es el PAN el partido en el poder, pero mucho dependerá de la selección de candidatos, el tratamiento de la pandemia que se le dé en este rebrote y sobre todo, el trabajo que realicen los secretarios para abonar a la causa del Gobernador, y poder sacar así un resultado favorable en el proceso 2021 y con miras para el 2022.

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