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El Manto: Un regalo de Dios hecho balneario

25/04/2024 - Hace 1 semana en Nayarit Estado

El Manto: Un regalo de Dios hecho balneario

Local | 25/04/2024 - Hace 1 semana
El Manto:  Un regalo de Dios hecho balneario

Por Eduardo Garzón

“El Manto es un regalo de Dios”, como lo definen sus propietarios, y en efecto, parece que la Providencia divina se esmeró en dotar de belleza este lugar, considerado como uno de los balnearios favoritos del occidente del país.

El Manto es un manantial de aguas suaves y cristalinas, que corren en forma de arroyos y pequeñas cascadas por una cañada. Hoy día, la mano del hombre, en particular la de su propietario, ha transformado este emplazamiento divino en un atractivo terrenal. Gracias a su esfuerzo se ha construido un sistema de albercas que se llenan del agua limpia y fresca que corre del manantial. Una infraestructura de servicios, que incluye las escaleras de acceso que bajan por la cañada, los caminos para recorrer el espacioso cauce del arroyo, puentes para cruzar ambos lados con total seguridad, un restaurante que ofrece alimentos sencillos, sanitarios, vestidores y hasta una cancha de voleibol de playa.

La providencia pródiga de la naturaleza permite al visitante una gama de opciones para un refrescante baño en las aguas apacibles de El Manto. Los más osados reciben el fuerte masaje del agua que cae sobre sus cuerpos en la cascada principal, desde siete metros de altura. Los nadadores eficientes pueden recorrer las cuatro piscinas que se forman con las aguas siempre limpias.

Los que gustan de saltos espectaculares pueden lanzarse clavados en la alberca más honda, desde un trampolín construido ex profeso y los más pequeños pueden disfrutar de los bajos del arroyo con absoluta seguridad, porque eso sí, el Manto es un lugar esencialmente familiar que además del espectáculo de sus cauces límpidos, ofrece diversión a grandes y chicos.

Un gran esfuerzo familiar

En materia económica también la providencia parece haber tomado cartas en el asunto. El Manto es, desde hace 34 años, propiedad de la familia Quintero Bernal, que se ha dado a la tarea de conservar este “regalo de Dios”, como le llaman, por iniciativa propia y sin ningún apoyo gubernamental. Los programas federales y estatales para los emprendedores turísticos nunca han pasado por el Manto. Las autoridades municipales, de la actual y de anteriores administraciones, han pasado inadvertidas. Todas las obras de construcción y mantenimiento han corrido por cuenta de sus propietarios, sin ningún apoyo financiero de programas de gobierno.

Esta familia desarrolló una inversión en villas para alojar a los visitantes. Son cómodas cabañas que tiene cocineta y permiten que varias personas se alojen allí en un concepto muy familiar. También cuentan con albercas privadas. Son 24 cómodas habitaciones, aunque también, El Manto cuenta con un área para acampar que ofrece servicios como baños, regaderas, braseros, parrillas y comedores, para grupos grandes por una cantidad módica.

La mayor cantidad de paseantes que ha llegado al Manto, proceden del Estado de Jalisco. La mejor temporada para apreciar este espectáculo de aguas cristalinas va de diciembre a junio. Cuando llegan las lluvias, el balneario se cierra. Los cerros circunvecinos desgajan su alud de rocas y a veces han convertido al Manto en zona de desastre. En ocasiones, informa Don Salvador Quintero, patriarca de la familia, las aguas han llegado a subir hasta cinco metros del nivel, es decir que inundan el restaurante y la zona de albercas.

Solamente el tesón de Don Salvador y de su familia, ha rehabilitado el Manto una y otra vez, en una lucha del alma de roca de sus propietarios contra las rocas naturales. Quintero Bernal comenta que a veces es más el trabajo que no se ve, para desazolvar al Manto, que el trabajo de construcción de infraestructura que el paseante sí nota. La inversión en mantenimiento durante las lluvias, agrega, alcanza los 300 mil pesos mensuales.

Pero este trabajo, esta constancia, se motivan gracias a la hermosura del lugar. Año con año El Manto vuelve a resurgir, desde 1971 hasta la fecha, para brindar solaz y esparcimiento sano, en contacto con la naturaleza, a las familias que disfrutan de este sitio. Y al menos los testimonios resultan unánimes. Los paseantes, algunos resoplando aún  por el esfuerzo de volver a subir la cañada, muestran sonrisas y emiten palabras de gratitud a la providencia por la estética del balneario y a sus propietarios, por su entrega para compartirlo con el visitante.

Accesible desde Guadalajara o Tepic

Para llegar al Manto, desde Guadalajara, es menester tomar la carretera que conduce hacia Ameca y doblar en la desviación que lleva a Etzatlán. Unos kilómetros más adelante se llega al poblado de Aamtlán de Cañas, ya en Nayarit y de allí al manto

Si se llega desde Tepic, una vez que estemos en el poblado de Ahuacatlán, doblamos en el crucero que conduce a Amatlán de Cañas. Del crucero, el camino hasta el Manto transita por unos 65 kilómetros, de los cuales dos terceras partes son de carretera sinuosa, asfaltada y transitable en toda época del año. En temporada de lluvias, es conveniente tomar precauciones con los deslaves de los cerros próximos a la carretera.

Lleguemos desde cualquier punto de partida, la visita a este lugar, privilegiado por la Providencia, le conducirá a una experiencia muy grata y a un paseo familiar que sin duda, entrará en el catálogo de sus favoritos. Visite El Manto en la temporada adecuada, de diciembre a Junio…

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