Nombre de Dios, Durango.- Luego de que se dio a conocer el riesgo de perder la denominación de Pueblo Mágico para Nombre de Dios, a causa de la colocación de un cajero automático en la plaza principal.  

En ese sentido, las autoridades municipales, a través de su Dirección de Turismo emitieron un comunicado en el que desmintieron la situación, con el que se justificó el proceder de su instalación en su momento.  

Indicaron que la Plaza de Armas de la cabecera municipal de Nombre de Dios, es un bien de dominio público municipal inalienable e imprescriptible. En consecuencia, ninguna de sus porciones fue objeto de venta alguna. 

Asimismo compartieron una porción mínima de la misma se utilizó para la operación de un cajero automático, en virtud de que el único instalado en la cabecera municipal resultó insuficiente para las necesidades de la población y de los turistas. 

De igual manera justificaron el procedimiento para su operación inició por gestión del Gobierno Municipal ante la institución financiera y bancaria mencionada, misma que fue atendida en sentido favorable. 

Para luego en agosto de 2024, de acuerdo con los artículos 147 y 149 de la Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Durango; 52 de la Ley Orgánica del Municipio Libre del Estado de Durango; y 90 del Bando de Policía y Gobierno de Nombre de Dios, se emitiera el acuerdo administrativo respectivo para la operación del cajero automático referido. 

Señalando así la Dirección de Turismo Municipal y reiterando en ningún momento estaba en riesgo la denominación de Pueblo Mágico, como erróneamente se ha señalado. 

Por el contrario, comentaron el citado cajero contribuirá a brindar un mejor servicio a los turistas y a los propios habitantes de la población, contribuyendo a mejorar el servicio turístico de Nombre de Dios. 

Finalmente, indicaron que, cumpliendo en todo momento las normas correspondientes, de ser indicado por la autoridad competente, realizarían las adecuaciones necesarias para la integración de este servicio a la imagen urbana. 

Por: Manuel Amador