Por: Karla Tinoco

Hace 20 años el entonces alcalde Jorge Herrera Delgado prometió en el Plan Municipal de Desarrollo 2004-2007 un proyecto en el que se reubicarían las ladrilleras localizadas al suroeste de la ciudad que ocasionaban graves problemas de contaminación.

En ese entonces, el registro era estimado a 500 ladrilleras ubicadas en la mancha urbana y el objetivo era desplazarlas al Parque Industrial Ladrillero, donde tendrían las facilidades de obtener un obrador y generar un menor impacto ambiental.

Sin embargo, a pesar de los intentos de cada administración municipal por continuar con un legado que inició hace dos décadas, no ha sido posible movilizarlas en su totalidad. La resistencia a este desplazamiento se impuso y ahora las autoridades municipales buscan otras alternativas para derribar los hornos contaminantes.

“(…) estamos generando conciencia con la gente, diciéndoles que es más el perjuicio que el beneficio que reciben. Sabemos que hay fuentes de ingresos de las familias que trabajan en los obradores, pero a veces no llegan ni a 15 personas las que trabajan ahí y la contaminación afecta a 4 o 5 mil personas que viven en esa zona”, señala Albino Ponce Barrón, titular de la Dirección Municipal de Medio Ambiente.

Recientemente detectaron más de 200 ladrilleras activas en la mancha urbana que tienen un impacto ambiental en la salud de las infancias, principalmente.

“Algunas personas no se quieren ir porque está lejos, pero ya va a ser intolerable que estén las ladrilleras en la mancha urbana. Allá hay cerca de 90 familias viviendo, otras familias viven en la mancha urbana y realizan su trabajo allá”, expone Albino Ponce Barrón.

Sin embargo, los obrajeros rechazan irse a trabajar al Parque Industrial Ladrillero porque les queda a 28 kilómetros de distancia partiendo desde la colonia Jardines de Cancún. Para Gregorio Gómez Conde, obrajero hace más de 40 años en este sector, no es una opción irse de este lugar:

“La reubicación a nosotros no nos conviene, ni nos lleva a ninguna parte. Cuando han venido los de medio ambiente, les he dicho que yo ya no puedo trabajar. Vamos a decir que yo agarro los 25 mil pesos que andan prometiendo y pienso cuánto tiempo me va a durar ese dinero. Me durarán unos días en lo que Dios me da licencia para vivir, nada más para mantenerme”, señala Gómez Conde.

En contraparte, Albino Ponce Barrón, director de Medio Ambiente municipal, sostiene que en el Parque Industrial Ladrillero tienen entre 150 y 170 obradores disponibles para quienes se vayan a reubicar:

“Si bien es cierto, no están en óptimas condiciones, es cuestión de repararlos para que ellos puedan estar allá en esa zona despoblada. Algunas personas no se quieren ir porque está lejos, pero ya va a ser intolerable que estén las ladrilleras en la mancha urbana. Allá hay cerca de 90 familias viviendo, otras familias viven en la mancha urbana y realizan su trabajo allá”, señala Ponce Barrón.

Para Noel García, uno de los obrajeros de la colonia San Carlos, la reubicación es una posibilidad para continuar con su trabajo, aunque les impacta económicamente la distancia.

“Sí está en nuestros planes porque ya estamos dentro de la mancha urbana y sí es un poco molesto cuando se quema, pero el detalle es que nos queda muy lejos”.

Mientras que Gregorio Gómez Conde, vecino de la colonia Jardines de Cancún, insiste en que la falta de trabajo y su edad son un impedimento para reubicarse:

“Conmigo ya han venido varias veces. Hace poco vinieron y me asustaron diciéndome que con la orden de un juez se van a meter para tirarme el obrador, pero eso no se puede. Mientras yo no autorice no pueden entrar a tumbármelo y si entran, el gobierno que sea, vamos a tener consecuencias”.

La lucha entre los obrajeros y las autoridades municipales, parece no terminarse en éstos 20 años, pues el director de Medio Ambiente Municipal, ya emprendió acciones legales para derribar las ladrilleras:

“Es una lucha constante. El año pasado derribamos dos (ladrilleras) por indicaciones del juzgado y ya están instaladas nuevamente; en esos casos regresamos sin ninguna mediación y nada más estamos consultando jurídicamente, para ir a derribar nuevamente y estar pendientes de que no se vuelvan a poner.

La situación es complicada y la gente es difícil, estamos tratando de llegar por la vía de la concientización, pero si no se llegan a acuerdos, tenemos que seguir actuando conforme a los ordenamientos del juzgado y a las atribuciones de la Policía Ambiental que tenemos en el reglamento del cuidado ambiental”.

Con anterioridad presuntamente existió un acuerdo entre las autoridades municipales y los obrajeros, para no afectar a los sectores colindantes con la emisión de gases contaminantes.

“El tema fue conforme a las autoridades, quemar de noche, para que no se vieran tan afectadas las familias que están en movilidad”, dice Noel García.

—¿Ustedes cada cuándo queman?

En promedio de 10 mil a 12 mil ladrillos cada 15 o 22 días.

Según el Directorio Estadístico Nacional de Unidades Económicas (DENUE) en México se encuentran registradas 9 mil 463 ladrilleras. Los niveles de contaminación dependen del tiempo de cocción, temperatura, combustible y del tipo de horno que se utilice.

Esta actividad económica representa un problema de salud pública en Durango que afecta directamente a los trabajadores, a sus familias y los alrededores limítrofes con los obradores, lo que aumenta su vulnerabilidad ante enfermedades crónicas.

Juan Esteban Aguilar Esquivel, director de Salud Pública Municipal, expone cuáles son los principales padecimientos al estar en contacto con este tipo de contaminación:

“No solamente es el monóxido de carbono, sino otros compuestos orgánicos que se transmiten vía aérea y estas partículas quedan suspendidas en alturas donde el ser humano, a través de la respiración, pueden ingresar al árbol bronquial y tener repercusiones como la hiperreactividad bronquial.

Son una serie de síntomas asociados a la presencia de tos, dificultad respiratoria, sensación o dolor de garganta, y algunas manifestaciones como: escurrimiento nasal, estornudos, que puede ser confundido con alguna infección en vías respiratorias, como una gripe común, pero que tiene un origen biológico”.

Las principales colonias con mayor presencia de ladrilleras son: San Carlos, Valle del Guadiana, Jardines de Cancún, Ampliación Las Rosas, Arroyo Seco, entre otras localizadas al sureste y suroeste de la ciudad.

La exposición constante a estos gases genera infecciones respiratorias principalmente en la población infantil, por lo que la Dirección de Salud Pública documentó, a través del Hospital del Niño, el número de atenciones que han brindado en los últimos meses:

“De noviembre de 2023 a enero de 2024 se reportaron 5 mil 225 casos de problemas asociados con problemas de enfermedades respiratorias. De estos, nos marcó la Dirección Municipal de Medio Ambiente que en la zona al oriente de la ciudad (en el fraccionamiento San Carlos) encontramos que existían más de 500 consultas asociadas a problemas respiratorios”, expone Juan Esteban Aguilar.

Las consecuencias de salud a largo plazo pueden ser la hiperactividad bronquial, un padecimiento que genera cambios en la estructura del pulmón.

“El alertamiento ahí está, el riesgo es inminente porque pareciera que sí existe una asociación entre los lugares donde se desarrollan este tipo de actividades económicas y la presencia de afecciones respiratorias, sobre todo en población infantil que es la atendida en el Hospital del Niño”, refiere el director de Salud Pública municipal.

La resistencia entre los obrajeros a reubicarse al Parque Industrial Ladrillero parece no tener fin, pues en esta lucha entre el desarrollo de la actividad económica y las enfermedades, los más afectados son quienes viven en los alrededores y no tienen alternativa para vivir en un ambiente sano.