Por: Karla Tinoco
Cuando nacemos nuestros padres o tutores nos asignan un nombre de acuerdo al género con el que nos identifican, pero a lo largo de nuestra vida podemos sentirnos diferentes y no necesariamente estar conformes con lo que vemos diariamente en el espejo.
El autodescubrimiento
Ese fue el caso de Bia Serrato, una estudiante del Instituto Tecnológico de Durango que, durante la pandemia, tomó una de las decisiones que han cambiado poco a poco el rumbo de su vida.
“Suena como el cliché ‘siempre lo sabes’, pero en realidad siempre lo sabes, y probablemente no conoces la palabra, porque antes no se hablaba del tema y ahorita ya hay más visibilidad, y antes no se hablaba de la existencia de las personas trans.
Mi experiencia inició en la pandemia y estar encerrada conmigo misma, donde yo empecé a plantearme y a cuestionarme muchas cosas. Una de las cosas es que me di cuenta que no me gustaba mi cuarto, no me gustaba su color.
Sabía que no estaba a gusto, pero que había estado viviendo así por 18 años y que no me sentía yo, porque no hacía las cosas que quería hacer ni me vestía como me quería vestir. No me llaman ni me tratan en la forma en que quiero que me traten.
Muchas veces las personas piensan: ‘el cabello es un accesorio y se corta, y crece. No pasa nada. Pero para mí fue muy importante, porque cada centímetro que me dejaba crecer me iba diciendo: ‘lo estás haciendo bien, este es el camino que quieres seguir’. Mientras yo me iba acercando más sobre lo que yo tenía en mente sobre mí, eso me iba reafirmando que estaba haciendo lo correcto. Ese fue el inicio de mi transición”.
Aunque Bia había tomado una decisión, tenía que hablar de sus planes a su familia para que conocieran una nueva identidad que había iniciado con pasos agigantados:
“Un día me senté con ella y le platiqué. Le dije: ‘soy tal’ y en ese momento todavía no iniciaba la terapia de reemplazo hormonal, estaba en este limbo en el que estaba en el proceso, pero aún no comenzaba la parte médica ni jurídica. Yo quería empezar estos dos procesos, pero quería que antes de iniciarlos, ella ya estuviera enterada de esto porque mi idea era que ella estuviera presente y estuviera informada sobre todo lo que yo estaba haciendo con mi vida.
De las cosas que recuerdo que me dijo fue: solamente no quiero que te hagas daño o te hagan daño, entonces siento que muchas veces el miedo de las familias a tener a una persona LGTBIQ+ es que afuera les rechacen, agredan o los violenten de alguna forma”.
Crímenes de odio
Tan solo en las primeras semanas de enero de este año, se documentaron cinco muertes violentas de mujeres transexuales en el país: Vanessa, Gaby, Miriam, Samantha y otra mujer que no ha sido identificada fueron asesinadas por crímenes de odio. Aunque existe mayor visibilidad de la comunidad LGTBIQ+, la violencia no ha cesado.
“En la generación de nuestros papás, era más notable. Y cuando ellas o ellos eran adolescentes, a veces los golpeaban, los agredían y les decían. Probablemente en estos tiempos eso es mucho más aceptado y sí estamos en otra generación en el que el tema es mucho más abierto.
Pienso que uno de los grandes miedos de los papás es que te hagan un daño físico, porque ellos, al recordar en sus generaciones todo lo que pasaban las personas LGTBIQ+ tienen miedo de verlo ahora en sus propios hijos. Yo siempre he dicho que el amor es la base de todo y es lo que te hará aceptar todo. Y si de verdad tu familia te ama, en algún momento, te va a aceptar”.
Me llamo Bia y soy mujer trans
El derecho al nombre propio, a la personalidad jurídica, a la nacionalidad, constituye un derecho humano del que se desprenden otros derechos como la salud, educación, a la protección, y a la inclusión en la vida económica, cultural y política de cualquier persona.
Cuando Bia inició con su cambio de identidad, el primer paso fue el médico a través de la Terapia de Reemplazo Hormonal (TRH) que consiste en bloquear la hormona testosterona tomando estrógenos para estimular el desarrollo de características sexuales femeninas.
“En mi caso son inyectados porque es la forma más rápida que llegan a tu organismo y que hagan efecto. No es un proceso de por vida, pero sí es algo que se tiene que seguir por mucho tiempo, a menos que haga alguna cirugía donde ya no es necesario que siga esta terapia de reemplazo hormonal. En este proceso médico este 13 de febrero cumpliré 11 meses con él. Los cambios son muy lentos y muy diferentes en cada genética”.
Los dos caminos al derecho a la identidad
La transición también la llevó a plantearse cómo iba a continuar con su identidad, por lo que el siguiente paso sería elegir cómo quería que la llamaran:
“Antes mi nombre era muy largo y tenía dos, entonces pensaba en que quería un nombre corto que no se le olvidara a nadie. Tenía que empezar con la letra B, porque mi nombre anterior empezaba con esa letra y quería seguir manteniéndola. Una vez me dijo mi psicóloga: ‘cuando nombras algo, existe y tienes que ponerte un nombre’ ella fue quien me incitó a elegirlo. Cuando ya tenía el nombre, el resto de los pasos fueron muy rápidos, pero nos topamos con que las instituciones no tienen protocolos”.
El reconocimiento de la Ley de Identidad de Género posibilita a cualquier persona que no se sienta identificada con el género que le fue asignado en su acta de nacimiento, que pueda cambiar sus documentos oficiales con otro nombre y género con el que se identifique.
“No existen protocolos ante estos temas porque no es ley. Creo que si todas las personas tuvieran un protocolo claro que indicara que se tratan para personas trans sería más sencillo), Porque existen instituciones en las que entre ellos mismos se preguntan qué hacer o con quién hay que llevarnos.”
En México se puede acceder a este derecho por dos vías: la primera, en cualquiera de las entidades donde ya está reconocida la Ley de Identidad de Género, que actualmente son: Colima, Sonora, San Luis Potosí, Quintana Roo, Ciudad de México, Tlaxcala, Hidalgo, Coahuila, Chihuahua, Oaxaca, Nayarit y Michoacán.
El segundo camino es a través del amparo, un recurso legal que protege los derechos humanos frente a omisiones cometidas por cualquier autoridad.
Las personas trans que han recurrido a esta medida en Durango lo hicieron para obligar al Registro Civil a hacer un cambio en su identidad jurídica y biométrica, las cuales se encuentran ligadas por la CURP y garantizan la unicidad, sin la cual no existe identidad.
El caso de Bia Serrato fue el tercero que documentó el Registro Civil en la entidad:
“Hace dos años empecé poco antes de que cambiara mis documentos, vi una noticia que decía: ‘primera mujer trans en Durango hace su cambio de identidad’. Me contacté con ella para platicar sobre mi caso y ella me respondió que lo había hecho a través de un amparo”.
Fue la activista Alejandra Roldán quien la contactó con Julieta Hernández Camargo, presidenta de la asociación “Sí hay mujeres en Durango” quien estaba asesorando a las personas trans para realizar el cambio de identidad.
“El hecho de la ley de identidad trans exista en Durango, va a hacer que se abra más la oportunidad de que todas las personas trans en Durango puedan tener su propia identidad, porque la identidad lo es todo para ti y en todos lados te van a pedir una identificación oficial y no importa en cuál circulo te envuelvas. En lo personal lo veo muy necesario y ya hice este cambio a través de un amparo a inicios de marzo de 2023”.
Quiero ser una mentora
Después de esta transición absoluta, Bia sabe que su experiencia puede ser de gran ayuda para otras personas que se encuentren en una situación similar:
“Creo que ya estoy en un punto en el que estoy feliz y mi responsabilidad es estar para las personas trans que se van a descubrir y que van a realizar todos los cambios que yo ya pasé, y quiero ser esa persona a la que pueden acudir”.