Por: Karla Tinoco

Si hace 12 años nos hubieran advertido que el uso de Facebook, Instagram o X (antes Twitter) influiría en la decisión sobre quién podrían llevar las riendas del país, seguramente lo hubiéramos puesto en duda.

Poco a poco, el panorama político y la participación ciudadana se han ido apoderando de espacios que anteriormente los internautas utilizaban para presumir sus viajes como en Instagram; y cada vez vemos más historias de candidatos en tiempo real en un Facebook que antes funcionaba como sala de despecho.

Las plataformas se han modificado y con ello también los nuevos modelos de comunicación política, tanto es así que el uso de las redes sociales en el actual proceso electoral resulta fundamental para el desarrollo democrático de nuestro país, pues la manera en que las y los candidatos se comunican con los votantes, permite una mayor interacción y participación ciudadana.

Además, las campañas políticas resultan más económicas y garantizan, mediante algoritmos geográficos y de segmentación de grupos focales, llegar a otros públicos de una manera más eficiente. Es decir, las redes sociales están transformando el panorama político.

Una muestra de ello es que según datos de la Encuesta Nacional Sobre Disponibilidad y uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) 2022, en México existen 93 millones de personas, y quienes se conectan más a la red oscilan entre los 18 y 34 años.

Sin embargo, así como representan nuevas oportunidades para llegar a los electores y persuadirlos, paralelamente el mal uso de este tipo de herramientas también genera un impacto negativo, pues existe una gran preocupación sobre el potencial de estas tecnologías para manipular la opinión pública y distorsionar el proceso democrático.

Desafíos digitales

El actual proceso electoral enfrenta grandes desafíos digitales que, en conjunto, se resumen en la falta de regulación para la desmitificación de información falsa, cuentas creadas por bots y las campañas de desinformación que afectan seriamente en la percepción pública y la dinámica de las discusiones en línea.

Esta manipulación digital plantea retos importantes en la identificación de tendencias auténticas y preferencias reales del electorado, porque la inteligencia artificial puede modificar la percepción de la opinión pública. En ese sentido, las redes sociales se convierten en campo fértil para que, tanto partidos políticos, como candidatos, realicen prácticas antiéticas que no son reguladas por ninguna autoridad electoral ni de ciberseguridad.

Como parte de estos desafíos, es importante desarrollar métodos y marcos legales que impidan la proliferación de información falsa sobre imágenes, audios o investigaciones y se pueda hacer una verificación a través de la ciencia de datos para abonar a un mayor dinamismo político y sea más efectiva la participación digital.

Campañas negras «con manos limpias»

Una de las campañas de odio que se generó en las últimas semanas fue la orquestada en contra de Claudia Sheinbaum, de quien se dijo en redes sociales, que cerraría la Basílica de Guadalupe, porque ella es de ascendencia judía.

“Quiero compartirles una de las noticias falsas más absurdas que haya visto en esta campaña; supuestamente es una nota de periódico en la que aparece mi imagen en el que resulta que es un periódico de Veracruz que dice: propone Claudia Sheinbaum cerrar la Basílica de Guadalupe. ¡Absurdo! ¿En qué cabeza cabe? Obviamente, es falso, falso, falso”, dijo la morenista en un video que subió a sus redes sociales para desmentir la información.

Otro de los ejemplos de desinformación dirigido hacia Jorge Álvarez Máynez fue un post supuestamente publicado por él mismo en “X” (antes twitter) en el que pone en duda el Holocausto:

“Yo tuve como profesor de Historia fuera del aula a Paco Ignacio Taibo II y aprendí varias cosas. La primera de ellas es cuestionarme todo. ¿Sabían que ‘las lámparas de piel humana y jabones hechos con grasa de personas’ podrían ser falsas? No se ha demostrado su veracidad”, se lee en la supuesta publicación con fecha del 12 de agosto de 2013.

Tras una exhaustiva verificación de la información, no hay evidencia de que realmente hiciera esa publicación, pues cuando supuestamente la realizó no se permitía exceder 140 caracteres y la cuenta de donde proviene la captura suplanta la identidad de la periodista Anabel Hernández, quien en algunas entrevistas ha señalado no tener cuentas de Facebook, Instagram ni X.

Por otro lado, quien aprovechó las campañas digitales y físicas para confundir a los electores sobre el uso de programas sociales fue Xóchitl Gálvez. A finales de marzo el Instituto Nacional Electoral (INE) supo de una solicitud por parte de la candidata para abordar el tema de que no se deben condicionar los programas sociales con fines electorales y utilizó una propuesta gráfica de espectaculares que fue difundida en sus redes sociales y en la que se observa el logo del INE.

Como era de esperarse, el órgano electoral desmintió esta información para aclarar que no tiene una campaña de este tipo, ni ha autorizado el uso de su logotipo para estos fines.

¿Cómo van los presidenciales en redes sociales?

Si las campañas presidenciales se midieran en función de los seguidores en las redes sociales, ya habría ganadora.

De los tres candidatos presidenciales, Claudia Sheinbaum es quien tiene 2.3 millones de seguidores en Facebook, superando a Jorge Álvarez Máynez con 1.3 millones y a Xóchitl Gálvez, quien apenas alcanza los 931 mil seguidores en la misma red social.

En X (antes la red social del parajito) las campañas electorales resultan ser mucho más críticas porque los internautas se esconden bajo el anonimato de cualquier identidad, así que lo mismo da si algún candidato o partido político genera las llamadas “granjas de bots” que ayudan a generar las tendencias para aparecer en los temas coyunturales y así generar mayor fuerza digital a favor o en contra de alguna postura partidista.

Es en esta red social donde Jorge Álvarez Máynez tiene 152,3 mil seguidores y sigue a 299 cuentas. En cambio, Xóchitl Gálvez sigue a 6 mil 453 cuentas y tiene 923,7 mil seguidores y finalmente, quien tiene un mayor número de seguidores es Claudia Sheinbaum, con 2.9 millones de seguidores, sigue a 1,654 cuentas.

Por otro lado, quien corona nuevamente la actividad en Instagram es la ex jefa de Gobierno de la coalición “Sigamos Haciendo Historia” con 6 mil 442 publicaciones, 787 mil seguidores y 257 cuentas a quienes sigue.

En segundo lugar, se posiciona el exdiputado federal de Movimiento Ciudadano, con 3 mil 776 publicaciones, 534 mil seguidores y 170 cuentas a quienes sigue.

Finalmente, quien se queda en último lugar es la exsenadora de la alianza “Fuerza y Corazón por México”, quien tiene 2 mil 653 publicaciones, cuenta con una lista de 604 mil seguidores y sigue a 363 cuentas.

En esta contienda cada clic, me gusta, me encorazona o cada retweet representa un valor digital que antes era invisible para los procesos democráticos, pero que han llegado a crear un pensamiento mucho más crítico en los votantes y generan una participación ciudadana más plural.