Su fuga, catalogada como la más sangrienta del Cereso número uno, de la ciudad de Durango
-Tras la fuga de Marcos Arturo Beltrán Leyva, se convirtió en uno de los narcotraficantes más poderosos del país, latinoamérica y el mundo.
Antecedentes:
El 11 de agosto del año 1981, la entonces Policía Judicial Federal (PJF) detuvo a un grupo de narcotraficantes sinaloenses y duranguenses, entre los que sobresalía un joven alto, delgado, pelo ondulado y aparentemente muy tranquilo.
Dos días posteriores, el 11 del mismo mes y año, los ingresaron al conocido como Centro de Readaptación Social (Cereso).
El reclusorio tenía apenas 10 años de antiguedad, ya que entró en funcionamiento una década antes, en 1971, justo en la administración del gobernador Alejandro Páez Urquidi,
Como primer director del moderno reclusorio que suplió a la Penitenciaría del Estado, que se encontraba en la cuadra donde ahora es Soriana Centro, el Monte de Piedad y Hotel Gobernador, Páez Urquidi designó a Roberto Bravo Morán.
A la salida de Bravo Morán, el segundo titular del penal ubicado en ese entonces por la carretera a Torreón, hoy bulevar Francisco Villa, fue Carlos López Portillo González, y posteriormente José Trinidad Peña Vicario.
Fue precisamente durante la estancia de Peña Vicario, cuando el 13 de agosto de 1981, recibieron a Marcos Arturo Beltrán Leyva y sus cómplices.
Platicador como todo sinaloense, amable, respetuoso y siempre sonriente, pronto se ganó el aprecio de sus compañeros de prisión, y la confianza de celadores y empleados administrativos, así como de los directivos.
A aquél bonachón reo de apenas 23 años de edad, todos lo empezaron a llamar «Marquitos», incluso al menos a una empleada de ese penal le ganó el corazón.
Traía su plan
Sin embargo, el buen comportamiento de Marquitos le sirvió para «echarse a la bolsa» a muchos celadores, y otros servidores públicos del penal estatal, al grado de que gozaba de algunos privilegios.
Entre éstos, el de salir a las oficinas y platicar con algunos empleados, por lo que algunos visitantes llegaron a pensar que era empleado o visitante.
Aunque platicaba mucho y con muchos, pocos, pero muy pocos sabían el plan que fraguaba, el cual quedó al descubierto hasta la mañana del 31 de octubre el año 1983: escapar del todavía moderno reclusorio.
El operativo de fuga
Así es, a un año, nueve meses y 18 días de que los federales lo llevaron al penal estatal, lo que seguramente fraguó desde el momento de su ingreso, el oriundo de La Palma, Badiraguato, Sinaloa, consumó su plan.
Eran minutos después de las 11:00 horas de aquel 31 de octubre de 1983, cuando los internos José Coronel Herrera y Santiago Leal Coronel, que estaban en los patios, comenzaron a someter al personal.
Con armas en sus manos avanzaron hacia las oficinas y tomaron como rehenes al subdirector del Cereso, José Luis de la Rosa Simental, conocido como La Bola, así como al subjefe de vigilancia Silvestre Alvarado y a la trabajadora social Elisa González.
Junto con ellos venían un grupo de internos y al llegar a la puerta principal, varios custodios intentaron evitar la fuga, pero una lluvia de balas los roció, ya que el grupo estaba dispuesto a todo.
En esa refriega quedó sin vida el celador Pedro Hernández Trejo, y gravemente lesionados Gabriel González Rivas y Virgilio García, en tanto que De la Rosa Simental ordenaba al resto de custodios que no dispararan, y del exterior los reos recibían apoyo.
Así es, desde una camioneta disparaban Víctor Coronel García, quien había estado preso en Las Islas Marías y el ex custodio del Cereso duranguense, Herminio Hernández Francisco.
Al llegar al estacionamiento los evadidos, pronto consiguieron vehículos para el escape, ya que mientras unos se subieron a la camioneta de Coronel García y Hernández Francisco, otros despojaron de sus unidades a personas.
Roban vehículos para escapar
Por ejemplo, a la licenciada Everarda Pruneda que tenía clientes en el penal y que ese lunes los visitaría, le quitaron su Caribe color naranja.
A una integrante de la familia Mendívil, dueña en ese entonces de la agencia Ford, conocida como Mendívil Motors, la pararon en la carretera y la despojaron de su auto Galaxie 500.
También le quitaron a una persona un automóvil Volkswagen y en esas unidades escaparon, incluso una la abandonaron cerca de la empresa Gas Elsa, que se ubicada por la carretera a México, justo donde inicia el antiguo camino a Contreras.
Ahí dejaron el auto, luego de provocar una carambola, ya que sabían que la policía los buscaría y con el nerviosismo, quien lo manejaba provocó el accidente y siguieron a pie.
También por la carretera a Parral cerca del poblado Juan B. Ceballos, despojaron de su camioneta a Luis Armando, la cual abandonaron posteriormente cerca del poblado Nogales, en el municipio de Canatlán, Durango.
Liberan a los rehenes
Un poco después, el subdirector del penal, el subjefe de vigilancia y la trabajadora social, regresaron al reclusorio sanos y salvos.
Pasaron lista de presentes
En cuanto les visaron, llegaron al Cereso elementos de la Policía Judicial Federal, cuyas oficinas estaban cerca del Cereso, ahí en el palacio federal, de la Policía Judicial del Estado, de la policía preventiva y el Ejército Mexicano.
Para saber a cuántos y a quienes buscaban, al interior del penal, el director Peña Vicario, ordenó concentraran a todos los reclusos en el patio principal, para nombrar lista.
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Fueron 18 los fugados, entre ellos Marquitos y Emilio Guzmán Loera, hermano de El Chapo.
La lista de los evadidos a sangre y fuego, la encabezaron el propio Marcos Arturo Beltrán Leyva y Emilio Guzmán Loera, hermano de Joaquín, El Chapo Guzmán, los que estaban por delitos contra la salud.
José Coronel Herrera, preso por asalto y violación; Migue Cabrera Sarabia, por delitos contra la salud; Santiago leal Coronel, por delitos contra la salud; José Aguilera López, o Jesús Arturo Jiménez López, por el mismo ilícito; Santiago Leal Siqueiros, por homicidio y robo; Raúl Cárdenas Torres, por robo y asociación delictuosa; Pedro Sarabia Cabrera, por delitos contra la salud; Gabriel Salazar Mariscal, por delitos contra la salud; Sabino Soto Díaz, por homicidio de su espos; Martín Zúñiga Barrón, por delitos contra la salud; Bibiano Ortiz Sánchez, por delitos contra la salud; José Rivas Vizcarra, por delitos contra la salud; Loreto Rivas Vizcarra, por delitos contra la salud; José Ángel Ruiz Barreto, por el delito de homicidio; Juan Nepomuceno Hernández Rojas, por el delto de Homicidio y robo; y Emilio Molina Espinoza, por homicidio.
Apenas tuvieron los nombres y fotografías en sus manos, los militares, federales, judiciales y municipales instalaron retenes por toda la entidad, con el fin de capturarlos.
Posteriormente se supo que, algunos los recapturaron, como a Sabino Soto Díaz, quien en un operativo al mando del subjefe de la PJE, Oliverio Reza Cuéllar, lo atraparon en El Mezquital.
A Juan Nepomuceno Hernández Rojas, lo asesinaron cerca de su casa en El Nayar, Durango, Emilio Guzmán Loera, el hermano de El Chapo, falleció en un accidente cuando viajaba de Mazatlán a Nayarit.
Después de la espectacular y sangrienta fuga, el gobernador Armando del Castillo Franco designó como nuevo Director del Cereso a José Montaño Maldonado y a Efraín González como Subdirector, pero en una segunda entrega escribiremos la historia completa de ese penal estatal.
Beltrán Leyva subió como la espuma
Como es de muchos conocido, Marquitos, como le llamaban a Marcos Arturo Beltrán Leyva, con el paso del tiempo se encumbró como uno de los narcotraficantes más poderosos y violentos, no solo de México, sino de latinoamérica y el mundo entero.
Por su actividad, grupos norteños famosos le compusieron y entonaron muchísimos corridos, entre otros, El Ayudante, El Botas Blancas, Pacas de a Kilo, Jefe de Jefes, entre al menos otros 30 más.
Pero esa fama lo convirtió también en uno de los más buscados, tanto por el Gobierno de Estados Unidos, como por el de México, hasta que le dieron muerte.
Fue el 16 de Diciembre de 2009, cuando en un operativo de la Marina, tras fuerte enfrentamiento cayó abatido en un departamento de Cuernavaca, Morelos, justo a los 51 años de edad, cuando tenía 26 de haber protagonizado la espectacular fuga en el Cereso de Durango.
Incluso, en algunos de sus corridos mencionan el escape, el más sangriento registrado en el penal estatal, cuyo protagonista descansa ya en al lado de sus padres don Carlos y doña Ramona, así como de su hermano Héctor, ya que Carlos y Alfredo, El Mochomo, están en prisión.
Con motivo del 40 aniversario de la espectacular y sangrienta fuga de lo que ahora es el Cereso número uno, decidimos hacer este trabajo periodístico.
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