Un comandante y dos agentes mueren acribillados, fue la frase que se dejó escuchar la noche de aquél 26 de agosto del año 2008.
La frase de que un comandante y dos agentes mueren acribillados, se escuchaba en las corporaciones policiacas, y al otro día la gente se enteraba por medio de los noticieros y la prensa escrita.
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A quienes se referían la gente y la prensa, era al comandante regional de la Dirección Estatal de Investigación (DEI), Alfredo Ontiveros Pacheco y a sus agentes Guadalupe Gutiérrez Flores y José Ángel Torres Vázquez.
El Chino, como le conocían entre su familia y El Osito, apodo que hacía 16 años le pusieron en la academia, horas antes acababa de estar en el sepelio de otro comandante, José Ramón Escamilla Espinoza.
A este lo habían ejecutado en Cuencamé, Durango y Ontiveros Pacheco investigaba el caso, el que estaba a punto de esclarecer.
Jesús Alberto Alejo Núñez, era en ese tiempo el titular de la corporación y fue quien designó a Ontiveros Pacheco como nuevo Comandante Regional en Guadalupe Victoria, Durango.
Los tiempos eran difíciles, la delincuencia había sentado sus reales en Durango y lo que el Procurador Jesús Gutiérrez Vargas y Alejo Núñez pretendían con ese cambio, era tranquilizar la zona.
La celada
Y es que apenas el 17 de mayo de ese mismo año, los delincuentes levantaron y desaparecieron al antecesor de El Osito, Jorge Serrano Acevedo, a su jefe de grupo Jesús Cabada López, así como a un individuo que llevaban detenido.
Luego de dialogar con Alejo Núñez durante la tarde y noche, el comandante Ontiveros Pacheco salió de la oficina del jefe en la Torre de la Fiscalía, cuando eran las 22:30 horas.
En ese entonces tenía 34 años de edad, de los que 16 había dedicado al trabajo que le apasionaba: ser policía.
Luego se subió a la camioneta que recién le entregaron como patrulla y junto con sus agentes Gutiérrez Flores y Torres Vázquez, decidieron cenar antes de irse a Guadalupe Victoria.
Llegaron a antojitos Chelo, que se ubica sobre la avenida Fidel Velázquez y calle Manuel Emilio González, del fraccionamiento Jardines de San Antonio.
Sentados a la mesa ordenaron la cena y mientras se las servían, llegaron al menos dos vehículos llenos de individuos armados con rifles de alto poder.
Se aproximaron al local, se asomaron y rafaguearon a los tres representantes de la ley, para dejarlos muertos y escapar.
Este 26 de agosto, se cumplen 15 años del bestial y cobarde triple homicidio, 15 años que se quedaron huérfanos tres niños, Alan, Dilan y Carolina, así como viuda su esposa Gaby.
Desconsolada también su madre Chema, sus hermanos Octavio, Sergio, Yoena, Verónica y Diana, quienes salvo Octavio, que ahora se encuentra con él, hoy estarán en la misa y tumba, para conmemorar el 15 aniversario de su partida.
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