Por: Sergio Duarte Sonora

No cabe duda de que el fenómeno electoral del año 2018 se volvió a repetir en este proceso electoral 2024, solo que remasterizado y con un significado más profundo e indeleble.

En primer lugar, cabe señalar que Claudia Sheinbaum Pardo (CSP) obtuvo cinco millones de votos más que su antecesor (AMLO) y que la candidata opositora Xóchitl Gálvez se desfondó, quedando en un muy lejano segundo lugar, 30 puntos porcentuales abajo. Un verdadero tsunami electoral que arrasó a la alianza opositora PAN-PRI-PRD en prácticamente todo el país.

En segundo lugar, el resultado obtenido por AMLO el año 2018 fue un mensaje ciudadano claramente mayoritario de rechazo al régimen neoliberal surgido del concubinato electoral entre el PRI y el PAN, respaldado desafortunadamente por el PRD desde la firma del Pacto por México confirmado el año 2018.

Y en el caso del tsunami electoral ciudadano del pasado 2 de junio 2024, fue un mensaje a favor de continuar con la transformación democrática iniciada por AMLO casi seis años atrás, en otras palabras, fue una elección de carácter plebiscitaria a favor de la Cuarta Transformación y la ratificación del repudio al período neoliberal.

Por eso, la mayoría calificada obtenida en las dos cámaras del Congreso de la Unión es un mandato popular a favor de la transformación; en ese tenor, un paso fundamental (detenido momentáneamente) es la reforma al Poder Judicial, la cual será ineludible e inevitable.

Por eso, los ministros, magistrados y jueces deben de dejar de lado los juicios y diagnósticos de la realidad mexicana repetidos día y noche por las televisoras, los periódicos, la radio, así como toda una generación (ya de salida) de intelectuales que se hicieron a la sombra del salinato y gobiernos posteriores, quienes han querido vender la idea de que el Gobierno de AMLO es un Gobierno autoritario que va a acabar con la democracia, los derechos ciudadanos y terminará en una dictadura comunista. Con dignidad, pero tendrán que ponerse a tono con el claro mandato de las urnas.

Sin duda, la casta dorada del Poder Judicial debe entender que la inmensa mayoría del pueblo de México desea un Poder Judicial comprometido con la justicia y a la altura de las necesidades del proceso que está en marcha desde el 2018.

Y no solo los integrantes del Poder Judicial deben entender que ya hay otro México con mayor nivel de conciencia y compromiso político, sino sobre todo los dirigentes del Pan, del PRI, del PRD, de la Marea Rosa, así como los grandes empresarios y poderes fácticos que surgieron y se consolidaron durante la etapa neoliberal.

Todos estos actores y factores reales de poder, que fueron maltratados y repudiados este pasado 2 de junio por una gran mayoría ciudadana, deben realizar una profunda autocrítica, dejar de priorizar el discurso antiobradorista y dedicarse con seriedad a construir una narrativa que sea el eje de un proyecto alternativo opositor de nación. Caso contrario, seguirán hundiéndose en el mar amargo de su propia hiel.

Y para muestra de tan erróneo comportamiento opositor, está el caso de dos duranguenses destacados en el ámbito político que tienen un alto nivel académico. Uno de ellos ha sido regidor, diputado y ha hecho carrera en el Poder Judicial local; el otro, una importante carrera de partido con altos grados académicos, aferrados ambos a dar una batalla mediática (Facebook) de bajísimo nivel, con calificativos ofensivos y mensajes burdos a más no poder.

Son personajes de la política local que sin duda alguna tienen capacidad de razonamiento y debate de alto nivel, sin embargo, optaron por la línea que trazó Carlos Alazraki. Mal por ellos, ojalá recapaciten y aporten lo mejor de ellos desde otra perspectiva, Duango y México lo requieren.