Por: Gilberto Jiménez Carrillo

El Congreso del Estado es la institución a través de la cual los duranguenses tenemos voz y voto en las decisiones más importantes que atañen a los ciudadanos, en especial, en lo referente a sus derechos, valores, libertades, garantías y deberes.

Recién acaba de concluir la LXIX legislatura, la sexagésima novena, la cual, al igual que las dos anteriores, pasará a la historia por gris, sometida, abusiva, simuladora, incongruente y que jamás representó a la gente, lo cual es muy sencillo de demostrar, pues bastaría con hacer una pequeña encuesta para darnos cuenta que la mayoría de gente no sabe quiénes son y qué hacen sus diputados locales, agregado a ello  su pobre desempeño por no decir nulo trabajo legislativo es causa y motivo para que a la ciudadanía le tenga sin cuidado lo que hacen los diputados en el Congreso.

Del 2018 al último de agosto del 2024, los duranguenses padecimos tres legislaturas que se caracterizaron por tener diputados invisibles que perdieron la oportunidad histórica de dejar una huella positiva. Durante seis desperdiciados años, no existió una sola voz que denunciara las corruptelas al interior del Congreso, que señalara o se opusiera a los sucios acuerdos o que cuestionara lo que estaba mal hecho. En media docena de años no existe una sola ley significativa que haya cambiado para bien la vida de los duranguenses, un solo reglamento o disposición innovadora que los ciudadanos aplaudiéramos. Con tres o cuatro excepciones, los diputados locales de las anteriores tres legislaturas se la se la pasaron de a vacaciones, becados, sin aportar absolutamente nada trascedente.

La sexagésima novena legislatura local al igual que la anterior y la anterior de la anterior pasaron a la historia como las peores que ha tenido este noble estado.

Fueron congresos grises, opacos, lleno de improvisados, aventureros de la política, ignorantes de su función que aprobaron leyes que ni siquiera leyeron, pues las copiaban de legislaturas de otros estados. Aunque ni expresarse puedan, pues su única cualidad que tienen es la ignorancia de las leyes, muchos de los diputados que pertenecieron a estas tres legislaturas ya dejaron la miseria y la pobreza en la que vivieron toda su vida, ya no tienen deudas, ya huelen bonito, ya conducen muy buenos vehículos y hasta de pareja han cambiado. Muchos de los integrantes de las anteriores tres insignificantes y anodinas legislaturas locales nunca treparon a la tribuna parlamentaria, pero eso sí alardeaban de haber aprobado leyes y reformas como si se tratara de la firma en un desplegado o un recibo. En pocas palabras, durante seis años y solo con tres o cuatro excepciones, los diputados de las tres anteriores legislaturas locales simple y sencillamente no estuvieron a la altura de las necesidades y exigencia de la población duranguense.

Recién ha comenzado una nueva legislatura, y, por acuerdo de la mayoría de los diputados de Morena y Verde Ecologista, el diputado Héctor Herrera será quien presida la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado. Este joven político tiene merecimientos y las cualidades necesarias para ocupar tan importante responsabilidad. El originario del municipio de Otáez, donde fue electo alcalde en 2019 alcanzando la reelección y convirtiéndose en el primer duranguense en hacerlo, es un hombre de trabajo, le gusta estar activo y haciendo cosas buenas. Ya sabe de qué se trata la política y a pesar de ello sigue siendo amable, honesto y confiable. Porque me consta y son mis raíces, sostengo que la gente de la sierra tiene un grado de inteligencia por encima del resto de los que viven en zonas urbanas, y Héctor Herrera Núñez no es la excepción, pues este hombre sencillo tiene convicciones y sobre todo muchas ganas de hacer las cosas diferentes. Aun sin conocerlo, me atrevo a pensar que, bajo su conducción, el Congreso del Estado recobrará la presencia y dignidad que durante seis años no existió.

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