Por: Socorro Soto
En la década de los setentas, siglo pasado, había en el país concursos de declamación, oratoria, ensayo, poesía coral, entre otros. Verlos era un regalo, participar fue una gran experiencia. Y ganar los primeros lugares provocó una emoción mayúscula. Jóvenes de todo el país sucumbimos ante el encantamiento de la palabra; auditorios abarrotados y el escenario ahí.
Alguien en México descubrió la poesía del gran poeta español León Felipe y de inmediato circuló por todo el país. La palabra del poeta del éxodo y el viento retumbó en todos los escenarios y los concursos se convirtieron en recitales del Payaso de las Bofetadas. La palabra tomó otras dimensiones, su tono fuerte, profundo, vigoroso, tomó el lugar de la poesía mexicana lastimosa y pegada a la métrica del siglo XIX, pero ya estábamos en pleno siglo XX. Así La Chacha Micaila, El seminarista de los ojos negros, Por mi madre bohemios y otros poemas, sucumbieron ante el orgullo, la rebeldía y la denuncia de la poesía del español.
Las lecturas de su obra, las relaciones de amistad y camaradería alrededor de su obra y el descubrimiento de la palabra, son regalos de mi adolescencia que guardo para mí. Declamar y ganar con León Felipe todos los concursos posibles, fue una delicia: el nacional intertecnológico en Oaxaca en la capilla de Santa Catarina y yo sudando de la emoción. La Rosa de Oro de la UJED en los pasillos del hermoso edificio central, los del Tecno de Durango, los ensayos en los salones vacíos del Tecno y que un amigo recién me lo recordó:
“Basta ya de risas
Que no se ría nadie
Mi sangre de clown vale tanto como la sangre de los cristos
Yo no soy un payaso
Yo soy Prometeo
Vengo de la casta de los viejos redentores del mundo
Y he dado mi sangre, no para hacer reír a los dioses y a los hombres
Sino para fecundar el yermo”.
Fue una temporada vital, alucinante. El poeta se exilió en México después de la Guerra Civil Española, detractor de Franco “el sapo iscariote y ladrón en la silla del juez repartiendo castigos y premios, en nombre de Cristo”. Amigo de Pablo Neruda, de Federico García Lorca, otros gigantes.
“No he venido a cantar, podéis llevaros la guitarra
No he venido tampoco ni estoy aquí
Arreglando mi expediente para que me canonicen cuando muera.
He venido a mirarme la cara en las lágrimas
Que caminan hacia el mar”
Nació en Tábara, España un 11 de abril de 1884. Autor de: Por qué habla tan alto el español, El payaso de las Bofetadas, Drop a Star, Vamos hacia el infierno, Oferta, Me compraré una risa, Rocinante, No me contéis más cuentos, Tal vez me llame Jonas, Versos y oraciones del caminante. Murió en México, septiembre de 1968.
“Me voy porque esta tierra ya no es mía”.
Twitter: @cocosotoalanis