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Un día en la historia de Durango… la llegada del ferrocarril (Parte 1)

19/10/2019 - Hace 5 años en Durango

Un día en la historia de Durango… la llegada del ferrocarril (Parte 1)

Cultura | 19/10/2019 - Hace 5 años
Un día en la historia de Durango… la llegada del ferrocarril (Parte 1)
  • Para este Octubre se cumplirán 127 Aniversario de la llegada del ferrocarril a Durango

Por: Pedro Núñez López

El gobernador que realizó las gestiones para que se establecieran ferrocarriles en el estado de Durango fue el Licenciado Francisco Gómez Palacio, quien en 1883 solicitó a la federación que la vía del Ferrocarril Central en su paso de la ciudad de México a Paso del Norte incluyera a la ciudad de Durango. No obstante, tales gestiones quedaron en promesa porque el Gobierno Federal y la empresa argumentaron la conveniencia de pasarlo mejor por la Comarca Lagunera, a fin de abaratar costos y acortar distancias.

En 1886, el general Juan Manuel Flores, en ese entonces gobernador de Durango, quien era incondicional del presidente Porfirio Díaz, realizó los trámites para que se construyera una vía de Durango a Torreón, la cual se encontraría con el Ferrocarril Central.

Fueron varias compañías las que participaron en el tendido de dicha vía, pero la que la concluyó fue la de Ferrocarril Internacional Mexicano, filial del Southern Pacific, que tenía conexiones con todos los principales ferrocarriles de Estados Unidos y Canadá, ya que unía todas sus principales ciudades y era el más grande del Norte de América.

El principal accionista de la compañía, C.P. Huntington, también era dueño de los ricos yacimientos de carbón mineral de Coahuila, por lo que se interesó en construir ferrocarriles en esa región, y consiguió, en junio de 1881, una concesión para construir la vía de Ciudad Porfirio Díaz (hoy Piedras Negras, Coahuila) a Torreón, Coahuila. La construcción de la vía inició el 28 de noviembre de 1882, y se puso en servicio el 1 de mayo de 1888. De este modo el Ferrocarril Internacional Mexicano quedó unido en su extremo norte con el Southern Pacific; en la estación de Treviño, Coahuila con el Ferrocarril Monterrey al Golfo de México y en la estación de Torreón con el Ferrocarril Central Mexicano. Este ferrocarril tenía como objetivo principal conectar a Durango con el puerto de Mazatlán, pero se quedó en el intento.

Tres años después se fundieron los clavos de plata para clavar el último trozo de vía del Torreón-Durango y el 16 de octubre de 1892, se inició la gran fiesta por la llegada del primer tren a la Perla del Guadiana, y por la inauguración de los talleres de reparación de máquinas, conocidos como Casa Redonda.

Los trenes que van de Durango a Torreón pasan por las estaciones de Labor de Guadalupe, General Carlos Real, Villa Montemorelos y estación El Chorro, en el municipio de Durango; Francisco I. Madero (antes Avilés y hoy Ciudad Juárez) y San Carlos, en el municipio de Lerdo. De allí el ferrocarril se dirige a la ciudad de Torreón y se interna en el estado de Coahuila. La longitud del Ferrocarril Internacional en territorio durangueño es de 253 kilómetros.

El Internacional, además de comunicar a la ciudad de Durango con el Distrito Federal y la frontera de los Estados Unidos, facilitó la transportación de los minerales de la región de Cuencamé, Velardeña, Pedriceña y la ciudad de Durango (Cerro de Mercado), así como los productos agrícolas de las Haciendas del este y el centro del estado.

Las boletas de los fletes del Internacional comenzaron a llenarse con los nombres de los Asúnsolo, Escárcega, Cincúnegui, Fernández, Harzer, Weber, Windisn, Torres, Curbelo, Gómez Palacio, Damm Drünert, Flores, González, Sarabia, Gurza, Hildebrand, López Negrete, Manzanera, Mendarozqueta y Rodríguez Cristóbal, entre otros nacionales e internacionales.

Con estos antecedentes queda claro que el mineral del Cerro de Mercado y la fundidora que en esos años funcionaron al pie del mismo llevaron al señor Huntington a apresurar la terminación de la vía, que quedó concluida hasta Durango en octubre de 1892 y poco después se construyó un ramal de la nueva estación a las faldas del mismo cerro. Para entonces se construyó una modesta pero bien diseñada estación, realizada en mampostería, convirtiéndose en el punto terminal del Ferrocarril Internacional Mexicano.

En los festejos oficiales de inauguración, que se llevaron a cabo los días 10, 11 y 12 de Noviembre de 1892, destacaba la presencia del industrial estadounidense, así como el interés que manifestaba al brindar por la riqueza de México y la estabilidad de su gobierno.  Era tanto el optimismo de nuestros paisanos durante esos años, que con frecuencia aparecían notas periodísticas como la siguiente: «…Franca y resueltamente nuestra Entidad Federativa ha llegado rica y en condiciones sociales envidiables, al certamen que la Nación abre al progreso y a la civilización. Durango es uno de los pocos estados de la República Mexicana que está casi sin explotarse. Las locomotoras que cruzan los campos, las chimeneas que vomitan torrentes de humo, los silbatos que llaman a los operarios a los talleres, no son sino el preludio del verdadero movimiento industrial que nos espera, seremos en no lejano tiempo el Nueva York mexicano».

Y es que el fin de siglo auguraba grandes cosas en el campo de los descubrimientos y la técnica.

La etapa de construcción de las vías de Torreón a Durango fue concluido en los primeros días de Octubre de 1892, y la primera locomotora con el número 27 que llegó el día primero del mismo mes y fue tanto el entusiasmo del pueblo que le solicitaron a la empresa que esa máquina llevara el nombre de “Durangueña”. Las más altas autoridades del Estado participaron en el entusiasmo general del pueblo en ver llegar por primera vez la llave del progreso.

Información obtenida de los libros: Curiosidades Durangueñas y otros Menjurjes de  Juan Ramón García Maquivar paginas 127  al 132; Historia de Durango tomo III siglo XIX de la colección Cerro de Mercado IIH de la UJED p. 736 a 738. Durango 450 del Dr. Miguel Vallebueno Garcinaba. Pagina 141 a 143. Historia de Durango tomo II La Nueva Vizcaya de la colección Cerro de Mercado IIH de la UJED p. 563 a 568., Una ciudad Lejana de Enrique Mijares. P 67 y 68.

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