Por Pedro Núñez López

Al conmemorarse el próximo día 27 de Septiembre el 198 aniversario de la Promulgación de la Independencia de México. ¿Sabías que fue precisamente en la calle de Negrete, esquina con Hidalgo, en donde se llevó a cabo la última bronca de la Independencia de México?, a por si no lo sabías, ya lo sabes y hay hasta una placa conmemorativa para que veas que no es cuento, y hablando de cuentos de contar ahora mismo te cuento como estuvo el cuento. En papeles y esas ondas según los políticos la bronca ya se había hablado y acabado sólo faltaba firmar un papelito llamado Acta de la Independencia y pues órale está bien, pero repito eso fue en el papeleo, porque en lo que toca a los «porrazos», «catorrazos», balazos y mentadas de madre, pues no, eso fue otra cosa, eso tardó un poquito más y ya lo dije, mejor dicho, ya lo escribí, fue en Durango ahí entre las calles que también ya les dije. Ahora la verdad sea dicha no fue porque los pleiteros no supieran que la bronca ya había acabado, o porque querían descargar sus ansias de novilleros y querían darse la última estocada que finalmente terminó con la rendición de los realistas sitiados, la noche del 30 de agosto de 1821. Ahora, ¿quiénes fueron los protagonistas del zafarrancho? Pues precisamente el «cuate» a quien se le honró con el nombre de esa calle, el general Pedro Celestino Negrete, que aunque era de origen español, pues era buena onda al grado que formó parte del triunvirato junto con Guadalupe Victoria y Nicolás bravo, y quien tiempo después de la caída de Iturbide, diría: «Ahora sí mi Lupón, ahí está el poder pa’ que sea usted el primer chipocludo de la República». Ah pero les estaba contando de la bronca, pues resulta de la resultadera que Negrete ya traía bronca desde por allá en Jalisco con el general José de la Cruz, que era el último insurrecto, primero Negrete le habló por las buenas y el compa no lo peló porque pues se sentía muy acá idealoide con su causa virreinal y sí si era el último alebrestado el último «cochi» con maldeojos simón, y ni modo ahí “lo traiba juido”, como decía mi abuela, a palo y palo y ahí lo traía y ahí lo traía, total que persiguió hasta la meritita ciudad de Durango, y precisamente fue en esa calle que ya hombre, que ya escribí en donde se dieron hasta por las orejas, simón, como ya se han de imaginar la plaza es decir Durango estaba más cuidada y defendida que la última Coca-Cola, simón, los realistas comandados por la gente de Cruz están que se los llevaba el diablo rabiosamente enyerbados, bueno eso dicen los decires y total que se tramaron resultando una de las batallas más sangrientas que se dieron alrededor de la ciudad; por cierto en esa querella desde el principio resultó herido por una bala de fusil el general Negrete sabrá Diosito quién diablos sería pero ese alguien hizo fuego desde lo alto de una tapia; y la bala, proyectil o plomo le atravesó la falda del sombrero y penetrándole por la boca, le arrancó muelas con un fragmento de maxilar superior y dos diente más de la mandíbula inferior. Ya herido empezó a tambalearse y tuvo que sostenerse con auxilio de, Cirilo Gómez Anaya que esa su ayudante. Sin embargo vaya que traía tamaños calzones mi compa. Lo digo porque en cuanto le pasó el aturdimiento se rehízo y sobreponiéndose a dolor se cubrió la boca con un pañuelo y continuó dirigiendo la reyerta, haciendo señas con la espada porque pos la hemorragia le impedía hablar. Sus oficiales trataron de sacarlo de la bronca y atenderlo, llevarlo a un hospital en fin que abandonará el frente de batalla; pero nada patito, ahí permaneció resuelto en su puesto, dando órdenes a puras señas pero eso sí, a diestra y siniestra. Cuando por fin abandonó la línea de fuego se dirigió a la población, no pos qué andan haciendo, la raza lo aclamó pero machín con vítores y todo eso. Dice Carlos María Bustamante quien era abogado, historiador, escritor, periodista y político y quien por cierto agregó este pasaje a la crónica que editó en México del jesuita Andrés Cavo, quien falleciera por allá en 1803 y escribiera sobre la historia de México en el virreinato, bueno pues en el agregado Carlos María señala que lo de Negrete fue todo un espectáculo que conmovió, y conmovió tanto al mirar al pueblo que derramaba ardientes lágrimas al ver correr la sangre de su libertador. Ganó total y absolutamente, Negrete. Simón, la fortaleza y sacrificio de mi compa se vieron coronados con la victoria completa sobre los realistas. Enseguida dispuso que a los prisioneros heridos fueran bien tratados y los llevaran hospital, así se las gastaba. Y de esa bronca ya se sabe desde hace un titipuchal de tiempo y con pelos y señales, se los digo porque incluso hay varias crónicas locales que hablan de ella, se los cuento porque por ahí anda el «run run» de que la última batalla se libró en Azcapotzalco, cuando Anastasio Bustamante tomó el puente de Rosario en contra del ejercito realista que comandaba el general Manuel Concha pero pues nomás no, porque esa fue el 19 de agosto de 1821 y la de Durango terminó con la rendición de los realistas la noche del 30 de agosto de 1821. Luego el 3 de septiembre de 1821 se firmó la capitulación de Durango y el 6 del mismo mes entra el general Pedro Celestino Negrete al centro de la ciudad de Durango, el día 9 de septiembre en la Plaza de Armas, el Ayuntamiento juró la independencia ante el general Sebastián Berdejo, que acudió al acto en representación de Negrete. La misma ceremonia se hizo en la Plazuela de Zambrano, hoy conocida como IV Centenario, en donde juró la Independencia la Diputación de Provincia. Por cierto esa misma diputación, nombró al general Mariano Urrea Gobernador provisional de Durango, el 20 de septiembre de 1821. El Relato de la Ultima Bronca, es del señor Mario Alvarado. Con su muy estilo de escribir.