Carlos Moreno y Bertha Rodríguez, de 70 y 69 años, sobreviven al abandono de autoridades y la pobreza, en medio de la pandemia, como la mayoría de los adultos mayores que ya no pudieron trabajar. Ellos eran cerillitos de una farmacia ubicada en el fraccionamientos Las Fuentes, en la ciudad de Durango, donde viven.
«Ya tenemos más de año sin trabajar y pues ya sabrá tenemos tres muchachos que están estudiando y pues nos la hemos visto duras, pero ahí la llevamos», platica Bertha.
Carlos agrega que tienen un hijo que si les ayuda, «cuando el puede el nos manda y con eso también nos estamos ayudando».
Ante la crisis sanitaria que se registra desde 2020, los adultos mayores que eran empacadores en las tiendas fueron retirados, para reducir los riesgos de contagio, pero qué ha pasado desde entonces.
«Nos hemos visto pues en la necesidad de a veces juntar un bote que tiran, junta uno sus botecitos va y los vende», responde Carlos la pregunta. La gente que los conoce les apoya con «algo», y tienen un «botecito» en el mostrador de la farmacia en la que trabajaban, así la han ido «pasando», dice la pareja.
Sobrevivir ha sido la regla en el último año, para los adultos mayores que no tenían otro ingreso más que la propina por empacar mandado. Aunque incluso personas de la tercera edad pensionados, se veían obligados a trabajar de cerillitos debido a la baja cantidad de la pensión. Es el caso de don Carlos, quien trabajó toda su vida, y a pesar de esto hoy no puede vivir con su pensión.
«Los pensionados sacamos menos, entonces de ahí de la pensión pagamos la luz, pagamos el agua, el internet, para que los muchachos sigan estudiando», cuenta.
Ante la necesidad, Bertha busca la forma de trabajar, aunque no sea en el interior de la farmacia, ya que está prohibido. «Les ayudo con sus bolsas y pues me dan algo y de ahí hemos sobrevivido», lamenta.
La pandemia detuvo el transcurso normal de diversos sectores como el educativo y el laboral, pero todo lo demás continuó sin pausas, por ejemplo las deudas y la necesidad de llevar el sustento a casa.
Desde que no pueden trabajar, hay días con más dificultades para cubrir la alimentación. «A veces no tenemos ni para las tortillas y las muchachas de la Guadalajara me ayudan; ya voy, oigan préstenme 20 pesos, préstenme 40, gracias a Dios me prestan, lo saco y ya voy y les pago», relata la madre de familia.
«Nos hace falta trabajar, porque aquí nos vamos a morir encerrados», comentó Carlos.
Hace un par de semanas, el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (Inapam) comunicó que los empacadores de mercancías que hayan completado su esquema de vacunación de Covid-19 pueden volver a sus actividades.
Sin embargo, en entrevista el secretario del Trabajo en Durango, Israel Soto, indicó que en Durango dicha medida se aplicará solo cuando la Secretaría de Salud local lo considere.
«Más allá de la vacuna, la autoridad no ha dispuesto que ya regresen, es decir si un trabajador en este momento que está considerado como grupo vulnerable, no de manera automática regresa lo tendrá que disponer la autoridad sanitaria con el objetivo de garantizar su salud», respondió.
El Inapam informó que el regreso de los cerillitos de la tercera edad podría realizarse de acuerdo con el semáforo de riesgo epidemiológico de cada estado y las medidas sanitarias.
En este contexto, la vacuna contra el covid-19 ha significado una esperanza para los adultos mayores como Bertha y Carlos, quienes este miércoles estaban felices porque estaban a punto de ser vacunados.
«Me siento feliz, porque digo no ganamos mucho pero de perdido para comer, para que los muchachos vayan a la escuela y salir de este encierro», comentó Bertha.
Se desconoce cuántos adultos mayores se encuentran en situación de riesgo como esta pareja, pero cada vez hay más personas de la tercera edad en las calles, que venden dulces o piden ayuda. El abandono hacia este sector es lo que predomina.
La pareja pidió no dejar de mencionar que, han recibido varias promesas, una fue del diputado José Antonio Ochoa, quien «dijo que a todos los cerillitos nos iba a dar una una ayuda económica y eso jamás se dio».
En todo el país se narran historias de adultos mayores como Bertha y Carlos, algunos que fallecieron el año pasado, enfermos y en la pobreza, y otros que han tenido que salir a las calles incluso a pedir limosna para sobrevivir.
Por eso hay molestia en ellos, advierte Bertha, quien llamó a las autoridades, en especial a «los diputados, esos que dicen que nos van ayudar a los adultos mayores, no hemos recibido absolutamente nada de ellos y si los necesitamos porque ya somos mayores y no en cualquier parte dan trabajo; lo único que podemos hacer es ser cerillitos».