Durango es uno de los estados mexicanos que aún no aprueban el matrimonio entre personas del mismo sexo. Es también una de las entidades más conservadoras del país, por lo que formar una familia lesbomaternal u homoparental, es una decisión difícil.
Sin embargo, no es imposible lograr el sueño de tener una familia, a pesar de no ser heterosexual. Ester, de 29 años y Rocío, de 32, son una muestra de esto.
Ellas tienen un hijo de tres años, el cual a ambas les dice mamá; una es «má» y la otra es mami.
«Nosotras nunca dijimos que éramos las dos mamás del niño, pero por ejemplo yo lo llevaba ella lo recogía y el 10 de mayo, nos enviaron un videíto y en ese video aparecimos las dos», dice Ester al recordar el Día de la Madre en la guardería a la que llevaban a su hijo.
No obstante, las criticas por la conformación de su familia, son constantes admite Rocío: si existe ese cuchicheo, ese señalamiento que al final de cuentas no nos afecta directamente en el momento, pero es una forma de pensar predominante aquí en Durango. Esto, lamentó «nos ha truncado mucho derecho».
Durante casi cinco años han padecido este tipo de comportamiento discriminatorio, mismo que han superado gracias a su fortaleza como familia, así como sus amigos y familiares quienes las respaldan en la crianza de su hijo.
Rocío destaca que entre sus familias «hay católicos, hay cristianos, hay testigos de Jehová, y con ninguno tenemos problemas, convivimos en fiestas, celebraciones».
Aunque conscientes de la existencia de grupos que se oponen a la diversidad de familias, se esfuerzan por criar a su hijo con empatía y fortaleza, para que pueda comprender las causas de la discriminación y evitar que le afecten, explica Rocío.
Pero la pareja coincide en que, las ideas tradicionalistas sobre la familia, casi siempre basadas en concepciones religiosas, si generan una afectación, aunque se pretenda no hacer caso.
Ester comentó que en estos momentos, a poco de comenzar las clases presenciales, tienen «ese pendiente porque ya vamos a cambiar de maestros vamos a cambiar de sus compañeros de escuela, nos va a tocar convivir con mamás diferentes».
El impacto del rechazo hacia las familias lesbomaternales u homoparentales va más allá de lo emocional y psicológico, se proyecta en el acceso a sus derechos humanos.
Rocío explica un poco sobre esto, relacionado con el hecho de que se bloqueé el proceso para el matrimonio.
«Cuando se casan por unión civil, automáticamente la pareja tiene derecho a un seguro, en este caso deben de transcurrir cinco años, porque el régimen en el que nos encontramos sería concubinato para poder brindar yo un beneficio a mi pareja», dijo.
Existen otras violaciones a sus derechos perpetrados por servidores públicos que sin base en una norma o ley ponen trabas a las familias diversas.
Relató, «en cuanto a vivienda también hay mucho tope, no porque esté establecido, sino porque la gente si suele discriminar; hay funcionarios, hay actores públicos que trabajan en ciertas secretarías que si llega a ser discriminatorio su trato, entonces empiezan a poner una traba aquí, que ni siquiera existe».
El que no se reconozca su matrimonio como tal, genera más dificultades para cubrir derechos básicos que en medio de la pandemia se han vuelto más indispensables, como la salud. Esta familia lesbomaternal ha sufrido este problema.
«No lo puedo asegurar ni a el (a su hijo de tres años) ni a ella todavía», lamentó Rocío, quien relató que se enfrentaron a un problema de salud que tuvieron que cubrir únicamente con médicos particulares, a pesar de lo costoso.
«Es un conflicto por qué, porque tenemos que estar atendiéndonos en lugares privados todo el tiempo, cuando se podría acceder a un sistema público que se acomoda un poco más al bolsillo», exigió.
Sinaloa se convirtió en el último estado mexicano en aprobar el matrimonio igualitario, mientras que en Durango se decidió que, será la próxima legislatura la que lo vuelva a discutir.
Hace cuatro años, Ester y Rocío hicieron una ceremonia simbólica mientras podían casarse, pero la espera sigue. «Ya llevamos cuatro años juntas y no ha habido cambios», refirió.
Se desconoce cuántas familias lesbomaternales y homoparentales existen en la entidad, pero la pareja entrevistada por lo menos conoce a una decena.
«Habemos demasiadas familias y no de ahorita, hay muchas familias donde las mamás tienen 50-60 años», comentaron.
Ellos y sus hijos esperan que se respeten todos los derechos a los que como todos deberían tener acceso.
«Si nosotros cumplimos con nuestras obligaciones al pie de la letra, por qué no se cumplen nuestros derechos al pie de la letra», reclamaron.
Esta familia aceptó compartir parte de su historia para erradicar la violencia que existe por desconocimiento, ya que advirtieron las familias lesbomaternales y homoparentales no desaparecerán.
«Al closet ya no nos vamos a andar regresando, si eso es lo que quieren no se va a poder, esto ya nadie lo para».