Por: Antonio Gaytán
La sierra duranguense bajo amenaza, no solo por el cambio climático, también por la sobreexplotación de sus recursos naturales que son la base de diversas actividades económicas.
Durango posee una extensión territorial de 123 mil 451.29 km2 y se divide en cuatro provincias fisiográficas:
- Sierra Madre Occidental, que ocupa el 71.3 por ciento del territorio estatal
- Sierras y Llanuras del Norte (15.09 por ciento)
- Sierra Madre Oriental (5.28 por ciento)
- Mesa del Centro con 8.33 por ciento de la superficie estatal
Desde hace décadas, la región ha sido afectada por mineras y el aprovechamiento de sus recursos maderables, además de la agricultura y ganadería y, recientemente, el ecoturismo.
Sobreexplotación que ha degradado los pastizales y suelos, modificando sus condiciones hidrodinámicas y, en consecuencia, el escurrimiento e infiltración del agua.
Ha sido mermada la capacidad del suelo para retener agua y, en sus arroyos, las avenidas son intempestivas y cortas; durante el estiaje es notoria la falta de pastos.
Se ha olvidado que la principal riqueza del bosque es ser fuente de agua y, desde hace años, se tiene a la sierra duranguense bajo amenaza debido a su sobreexplotación.
Basta recorrer unos cuantos kilómetros del entronque de la carretera Durango-Mazatlán a la comunidad de Banderas del Águila para identificar las amenazas al bosque.
En una corta distancia, hay al menos 12 aserraderos, venta de terrenos campestres, ranchos ganaderos y tierras agrícolas destinadas a la producción de forraje y algo de maíz.
Los camiones troceros suben y bajan, acarreando troncos de diferentes puntos de la sierra.
“En el pasado ese cerro tuvo pinos”, expresó el exinvestigador del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (Inifap), Evenor Cuellar, al observar una colina que solo en su parte alta tenía encinos y algunos pinos en su parte baja.
Mientras que en la parte baja hay tierras agrícolas y animales pastando en suelos erosionados.
En uno de los aserraderos, uno de los trabajadores compartió que hay muchas fábricas de tarimas en la zona, hay suficiente madera para realizar esta actividad todos los días.
Los troncos, incluso, vienen de otras partes de la sierra, actualmente de Marquesotes, Canatlán y, anteriormente, del ejido California, pasando San Miguel de Cruces, Durango.
Hay aserraderos de diferentes tamaños, algunos incluso operan sin servicio de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), usan plantas diésel para generar energía para las máquinas.
La maquinaria permite aprovechar el 80 por ciento del tronco, el 20 por ciento restante se considera desecho y, en la mayoría de los casos, una gran parte se quema a cielo abierto.
Además, se está reforestando solo con pinos y no con encinos, este último lo consideran nocivo porque es menos productivo en madera; sin embargo, sus hojas son más benéficas para el medio ambiente y la conservación de agua.
Escenario del que surge una pregunta: ¿están realmente reguladas estas actividades?
Se observa ganado pastando libremente en la sierra, animales que son desparasitados con invermectina, químico que complica la degradación de sus excrementos afectando el suelo.
En relación a la venta de terrenos y construcción de cabañas, el principal riesgo es el manejo de sus desechos tanto sólidos (basura) como de aguas negras.
La infraestructura del llamado “ecoturismo” se ha multiplicado en los municipios de Durango y Pueblo Nuevo, principalmente.
Los tres órdenes de Gobierno deben coordinarse para poner un orden, de lo contrario, la degradación del bosque continuará y sus efectos ambientales serán irreversibles a corto plazo.