«No contamos con los recursos para poder realizar las tareas, no tenemos internet o una televisión adecuada donde se vean los canales propios de las materias», relató María, madre duranguense que ha enfrentado un escenario difícil por la falta de dinero para contratar internet para que su hijo y nieto continúen en la escuela.
Incluso, el año pasado pensó «ya dejar de hacer tareas, dejar todo, porque no es fácil». Sin embargo, consiente de la importancia del estudio y que es un derecho de las niñas y niños ha hecho un gran esfuerzo.
Al inicio trató de cumplir con los trabajos y tareas con recargas de datos para el teléfono, pero nunca eran suficientes, por lo que se vio obligada a realizar un contrato. Aunque admite que esto ha significado sacrificar parte de la despensa para la casa.
«Tuve que contratar internet porque era demasiado lo que estaba gastando, muchas veces se gasta uno en el internet lo de la despensa. Esta es una situación muy grave que se está viviendo en muchas familias».
A pesar de la situación adversa, María decidió hacer el esfuerzo para pagar internet y que los niños continúen en la escuela, pero sus hijos estuvieron a punto de formar parte de la cifra de quienes dejaron la escuela por falta de dinero.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) publicó un estudio donde precisó que la pobreza provocada por la pandemia expulsó a 8.8 millones de estudiantes, de entre tres y 29 años de edad, del ciclo escolar 2020 2021. De ellos, 2.3 millones no fueron inscritos por causa de la pandemia; 2.9 millones por no tener dinero y 3.6 millones porque tuvieron que trabajar.
En este contexto, a María le resultan más absurdas las actuales campañas políticas, donde «gastan tanto dinero y no hay apoyo para los niños, para las familias más pobres. Alguien tiene que hacer algo por la educación, por las familias que estamos viviendo está situación».
La duranguense tiene dos estudiantes a su cargo, uno de primaria y otro de secundaria, por lo que además de la situación económica, la carga de trabajo se ha vuelto cada vez más pesada.
«Tengo un niño de secundaria, en segundo de secundaria, y tengo un nietecito en segundo de primaria, los tengo que estar apoyando, y pues de repente uno no se acuerda que son las ecuaciones, o en mi caso creo que ni las vi», comentó.
La pandemia obligó a las familias a modificar sus hábitos, las formas de relacionarse y afectó la economía. En medio de todo esto la entrevistada encuentra algunos aspectos positivos, especialmente relacionados con la convivencia en casa.
«Ya estoy muy cansada, yo ya deseo que los maestros regresen a dar clases porque ha sido una experiencia muy difícil», reconoció.
Aunque asegura que también le ha servido porque «conocemos más cómo piensan nuestros hijos, cómo reaccionan al momento de hacer sus trabajos escolares».
La disponibilidad de celulares, internet y otros dispositivos incrementó en el estado en la última década, de acuerdo con cifras del INEGI.
Entre 2010 y 2020, el uso de celulares pasó de 62.4 por ciento a 88.1 por ciento, mientras que la disponibilidad de computadoras o laptops incrementó de 26.4 por ciento a 33.4 por ciento.
Y el uso de internet fue el servicio que registró mayor incremento, ya que pasó de 17.1 por ciento de los hogares a 43.6 por ciento actualmente.
No obstante, esto no ha sido fácil para los padres de familia como María, que cada mes hacen un enorme esfuerzo para pagar el servicio de internet, incluso dejan de comprar algunos alimentos.
Por esto, la madre de familia espera que «el secretario de Educación haga algo con respecto a esto, porque para ellos nada más quieren calificaciones, quieren tareas, y yo digo que aquí él tiene que hacer algo por la niñez, hacer algo por las familias más pobres».