La Fundación de Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo (ANAR) ha levantado la voz de alarma ante la creciente tendencia de menores de edad que intentan replicar los juegos vistos en la popular serie surcoreana «El juego del calamar». Esta preocupante situación ha generado polémicas en colegios, familias y redes sociales acerca del impacto de contenidos violentos en la niñez. Reportes recibidos por ANAR en líneas de ayuda han revelado que los niños recrean los juegos inspirados en la serie en los patios escolares. Estos juegos incluyen castigos que pueden resultar en daños físicos o psicológicos para los menores.
La serie, disponible en Netflix y clasificada como no apta para menores de 16 años, explora temas oscuros como la desesperación, la deuda y la moralidad extrema. Expertos en psicología infantil coinciden en que los niños, al no poseer las herramientas cognitivas adecuadas para distinguir entre ficción y realidad, corren el riesgo de normalizar la violencia que ven en la pantalla. La Fundación ANAR destaca que imitar este tipo de conductas no solo puede generar conflictos entre los menores, sino también perjudicar su desarrollo emocional a largo plazo.
La reacción de la comunidad educativa frente al fenómeno
En un caso particular en México, la maestra Mary Carmen Llano, directora de preescolar, se alarmó al observar a sus alumnos de tres, cuatro y cinco años imitando juegos de «El juego del calamar». A través de TikTok, transmitió un mensaje de advertencia a los padres sobre el peligro de permitir que niños tan pequeños tengan acceso a contenido violento como el de la serie. La maestra instó a los padres a reflexionar sobre las consecuencias de exponer a sus hijos a este tipo de material.
Ante esta problemática, ANAR ha emitido una serie de recomendaciones dirigidas a padres y educadores, entre las que se destacan la supervisión activa de los contenidos, el diálogo abierto sobre los riesgos de la imitación de conductas violentas, el fomento de alternativas recreativas saludables y el uso de controles parentales en dispositivos y plataformas digitales. La responsabilidad de proteger la integridad emocional y física de los niños recae no solo en los padres y educadores, sino también en las plataformas digitales y productoras de contenido.
Es imperativo que se implementen medidas que limiten el acceso de menores a programas no aptos para su edad y que se sensibilice sobre la influencia de la ficción en el comportamiento infantil. «El juego del calamar» ejemplifica cómo el contenido viral puede afectar las conductas de los niños. La protección de su bienestar es una responsabilidad compartida que requiere la colaboración de todos los actores involucrados en la crianza y educación de la niñez.
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