El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, fue el primer orador en la 78° Asamblea General de las Naciones Unidas, que se celebra en Nueva York. En su discurso, abogó por el diálogo, la cooperación y la solidaridad para enfrentar los desafíos globales, como el cambio climático, la pandemia, el hambre y el racismo. También afirmó que resolver las desigualdades debería ser “el objetivo mundial para 2030″, ya que son la causa de muchos problemas que afectan a la humanidad.

Lula da Silva volvió a hablar ante la ONU 20 años después de su primera intervención como mandatario brasileño. En aquella ocasión, centró su mensaje en la lucha contra el hambre y la pobreza. Ahora, destacó los avances logrados por su país en ese sentido, pero reconoció que aún queda mucho por hacer.

“En mi país, la esperanza ha vencido al miedo. Nuestra misión es unir a Brasil y construir un estado justo, soberano, libre y alegre”, dijo. Y añadió: “Brasil se reencontró con el mundo, ha vuelto para aportar su contribución ante los grandes desafíos mundiales. Volvemos a reivindicar el diálogo respetuoso con todos”.

El presidente brasileño hizo hincapié en la urgencia de actuar frente al cambio climático, que amenaza con destruir el planeta y sus recursos naturales. Recordó que Brasil es uno de los países más ricos en biodiversidad y que se ha comprometido a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero.

“Actuar supone pensar sobre el mañana y encarar desigualdades históricas. La emergencia climática hace que sea urgente cambiar el rumbo”, subrayó.

Asimismo, Lula se refirió a la importancia de fortalecer el multilateralismo y la cooperación internacional, especialmente en tiempos de crisis sanitaria por la COVID-19. Criticó el acaparamiento de vacunas por parte de algunos países ricos y pidió una distribución más equitativa y solidaria.

“La pandemia ha puesto de manifiesto las enormes brechas que existen entre los países y dentro de ellos. El mundo es cada vez más desigual”, lamentó.

En ese sentido, propuso que el combate a las desigualdades sea el objetivo central para el 2030, en línea con la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible de la ONU. Recordó algunas de las medidas que implementó en su país para reducir la pobreza y mejorar la calidad de vida de millones de personas, como el plan “Hambre Cero” o el programa “Bolsa Familia”.

“Tenemos que superar la resignación que nos hace aceptar como natural esta injusticia. Hay una falta de voluntad política de los que gobiernan el mundo para resolver las desigualdades”, denunció.

Además, se pronunció sobre otros temas relevantes para la paz y la seguridad mundial, como el conflicto entre Rusia y Ucrania, el programa nuclear de Irán o la situación de Afganistán. En todos los casos, abogó por el diálogo y la diplomacia como únicas vías para alcanzar soluciones pacíficas y duraderas.

“La comunidad internacional está enfrascada en una serie de crisis: la pandemia, el hambre, la intolerancia, el racismo… Si tuviéramos que resumir estos desafíos con una palabra, esa palabra sería desigualdad. Ella es la fuente de todos estos desafíos, los hace más graves”, concluyó.

Por último, expresó su repudio al feminicidio, al racismo y a la discriminación contra las personas LGTBQ+ y con discapacidad. También defendió los derechos de los migrantes y refugiados, que sufren las consecuencias de las guerras y las crisis económicas.

“La desigualdad debe indignarnos por el hambre, la pobreza, la guerra y la falta de respeto al ser humano”, afirmó.

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