Estados Unidos rechazó categóricamente las acusaciones que lo vinculaban con el reciente ataque contra la base militar de Kalsu, ubicada al sur de Bagdad y utilizada por las Fuerzas de Movilización Popular iraquíes (FMP).

Según los informes preliminares, un bombardeo realizado por aviones no identificados causó un considerable incendio en la base.

En el momento del ataque, la base albergaba a efectivos del Ejército y la Policía de Irak, así como a miembros de las FMP, una milicia con vínculos con Irán. El incidente dejó varios heridos, según los reportes.

El Comando Central de Estados Unidos fue enfático al afirmar que las noticias que señalaban su participación en el ataque eran «infundadas».

Mediante un comunicado, el Comando aseguró que no habían realizado ningún ataque aéreo en territorio iraquí durante ese día. Al mismo tiempo, un funcionario israelí también desmintió cualquier relación de Israel con las explosiones en la base, declarando a la CNN que su país no tenía nada que ver con el incidente.

El ataque a la base militar de Kalsu ha generado preocupación y tensiones en la región, dadas las implicaciones de seguridad y las posibles repercusiones políticas.

Las autoridades iraquíes están investigando el incidente para determinar la autoría y el motivo detrás del ataque, mientras que tanto Estados Unidos como Israel han reiterado su postura de no estar involucrados en el bombardeo.