La tasa de indigencia urbana en Argentina alcanzó su punto más alto en casi dos décadas durante el segundo semestre de 2023, con un preocupante 11.9%. Este flagelo es uno de los efectos más devastadores de la inflación desenfrenada que azota al país sudamericano.

El Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) dio a conocer un informe el miércoles pasado, revelando que la tasa de indigencia, que mide la población que carece de lo básico para alimentarse, aumentó significativamente en comparación con semestres anteriores. Este índice de 11.9% es el más alto desde el segundo semestre de 2005 y representa un aumento de 3.8 puntos respecto al año anterior.

La pobreza tampoco es un tema menor en Argentina, ya que durante el mismo período del año pasado, la tasa se situó en un escalofriante 41.7%. Los datos del Indec indican que casi 3 de cada 10 argentinos sufren algún grado de pobreza, con un aumento del 1.6% respecto al semestre anterior.

Estas cifras reflejan la cruda realidad de la economía argentina, donde la inflación se disparó al 211.4% en el año pasado, la más alta a nivel global. Los precios de los alimentos y servicios, fundamentales para sobrevivir, se incrementaron en un alarmante 225.1%, ampliando la brecha de desigualdad y generando estragos en los sectores más vulnerables de la población.

Los niños son los más afectados por esta crisis económica, con un 58.4% de los menores de 14 años viviendo en la pobreza y un alarmante 18.9% en situación de indigencia. Los jóvenes también se encuentran en una situación precaria, con una tasa de pobreza del 47% en el rango de edad de 15 a 29 años.

Las perspectivas para el futuro no son alentadoras, ya que la inflación sigue en niveles exorbitantes y los salarios no logran seguir el ritmo de los precios. A pesar de los esfuerzos del gobierno por contener la crisis, las ayudas estatales se ven mermadas y miles de argentinos luchan cada día por subsistir en un país cada vez más desigual.