Moscú, Rusia.- El pasado 29 de mayo se presenció un derrame de diésel en el Ártico ruso, por parte de una central eléctrica a unos 10 kilómetros del oeste de Norislk dejando terribles consecuencias al medio ambiente.

La caída de cerca de 21 mil toneladas de diésel en el Ártico Ruso se deben a que las altas temperaturas de la región derritieron el permafrost (capa de hielo permanente en el suelo) del suelo produciendo fallos estructurales en uno de los pilares que sostenía el depósito.

Al llegar al suelo se rompió y se vertió el líquido hasta en unos 350 km alrededor, contaminando suelo, ríos y lagos.

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La presencia del líquido es visible en Los ríos Ambárnaya y Dalkikán, pues la contaminación ha llegado al norte de Siberia Occidental.

La tragedia ha llamado la atención de Estados Unidos y el secretario de Estado, Mike Pompeo ofreció su ayuda.

«A pesar de nuestros desacuerdos, Estados Unidos está listo para ayudar a Rusia a detener este desastre ambiental y brindar nuestra experiencia técnica», dijo.

Además las autoridades rusas aseguraron que se logró controlar el derrame con un coste de 145 millones de dólares para la limpieza.