El primer debate por la presidencia de Estados Unidos en Atlanta dejó un sabor amargo para los demócratas y una pregunta flotando en el aire: ¿Será necesario reemplazar a Joe Biden como candidato del partido? El presidente de 81 años, el de mayor edad en la historia de Estados Unidos, tuvo una actuación que generó preocupación entre sus seguidores y alimentó las críticas de sus detractores. Frente a un Donald Trump más enérgico y contenido de lo esperado, Biden pareció cansado, lento y con dificultades para articular algunas de sus ideas.
Un debate crucial con resultados inesperados
El encuentro, inusualmente temprano en el calendario electoral, llegaba en un momento crítico, con ambos candidatos empatados en las encuestas. La expectativa era alta, y los ojos del mundo estaban puestos en la vigorosidad de Biden. Lamentablemente para el actual mandatario, los peores presagios se cumplieron.
A pesar de haberse preparado intensamente durante casi una semana, Biden apareció con la voz ronca y visiblemente fatigado. Su dificultad para concluir algunas frases no pasó desapercibida, y la imagen final del debate, donde su esposa Jill lo ayudaba a bajar las escaleras del escenario, se convirtió en un símbolo de sus problemas.
Trump, por su parte, aunque repitió varias de sus conocidas burlas y evitó responder algunas preguntas incómodas, se mostró más contenido y enérgico que su rival. Esta diferencia en el desempeño se reflejó en una encuesta rápida de CNN, que dio a Trump como ganador para el 67% de los consultados.
La reacción republicana: Celebración y ataques
Los republicanos no tardaron en capitalizar el momento. Figuras como Vivek Ramaswamy, Marco Rubio y Tim Scott celebraron lo que consideraron una victoria aplastante de Trump. Ramaswamy llegó incluso a cuestionar la capacidad de Biden para continuar en el cargo durante los próximos seis meses.
El congresista Matt Gaetz fue más allá, sugiriendo que en los próximos días podría abrirse una batalla interna en el Partido Demócrata para reemplazar al presidente. Estas declaraciones pusieron de manifiesto la estrategia republicana de aprovechar cualquier signo de debilidad en la campaña demócrata.
Los demócratas en modo defensivo
La reacción del equipo de Biden fue lenta y poco convincente. Pasaron varios minutos antes de que sus aliados comparecieran ante la prensa en la ‘spin room’, intentando transmitir un mensaje optimista que contrastaba con sus expresiones preocupadas.
El gobernador de California, Gavin Newsom, una de las figuras más prominentes del partido, se vio obligado a negar repetidamente cualquier intención de reemplazar a Biden. ‘Tiene mi apoyo. Estamos con él’, afirmó, aunque su seriedad no logró disipar completamente las dudas.
Asimismo, la campaña demócrata intentó rápidamente controlar los daños, emitiendo un comunicado que destacaba la ‘visión positiva y ganadora’ presentada por Biden para el futuro de Estados Unidos. Sin embargo, este mensaje parecía desconectado de la realidad percibida por muchos observadores.
El apoyo de Obama y las opciones del Partido Demócrata
En un intento por apuntalar la posición de Biden, el expresidente Barack Obama salió en su defensa. A través de su cuenta en X, Obama reconoció que a veces ocurren ‘malas noches de debate’, pero insistió en que la elección sigue siendo entre alguien que ha luchado por la gente toda su vida y alguien que solo se preocupa por sí mismo.
A pesar de este respaldo de alto perfil, la pregunta sobre un posible reemplazo sigue en el aire. Técnicamente, el Partido Demócrata aún tiene tiempo hasta su convención nacional en agosto para nombrar formalmente a su candidato. Sin embargo, un cambio de esta magnitud sería algo sin precedentes en la historia política moderna de Estados Unidos.
El debate de Atlanta ha sacudido el panorama político estadounidense, introduciendo un elemento de incertidumbre en lo que ya era una carrera reñida. La actuación de Biden no solo dio munición a sus oponentes, sino que también sembró dudas entre sus propios seguidores.
Para los demócratas, el desafío ahora es doble: por un lado, deben decidir si mantienen su confianza en Biden o consideran seriamente la opción de un reemplazo. Por otro, necesitan encontrar una manera de contrarrestar la narrativa de debilidad que se ha generado tras el debate.
Los republicanos, mientras tanto, se encuentran en una posición fortalecida. Trump, a pesar de sus propios problemas legales y políticos, logró proyectar una imagen de fuerza y vitalidad que contrasta con la de su oponente.
En los próximos días y semanas, veremos cómo se desarrolla esta situación. ¿Logrará Biden recuperarse y disipar las dudas sobre su capacidad? ¿Cómo aprovechará Trump esta ventaja inesperada? Las respuestas a estas preguntas determinarán en gran medida el rumbo de una de las elecciones más cruciales en la historia reciente de Estados Unidos.
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