Por qué no se debe soplar una vela
Cuando prendemos una vela para un altar, ofrenda o ritual solemos soplar para apagar la flama, sin embargo, esta práctica no es la más adecuada, de hecho, por su simbolismo espiritual hay algunas formas para hacerlo correctamente.
Aunque parezca sencillo, apagar una vela no es algo tan fácil, un claro ejemplo es cuando soplamos en los pasteles de cumpleaños, por más esfuerzo que hagamos, en ocasiones las flamas son necias y continúan prendidas, por lo que debemos expulsar el aire con más fuerza.
¿Por qué no se debe soplar una vela?
Las velas simbolizan lo divino, la luz que ahuyenta a los malos espíritus y nos ayudan a canalizar nuestros deseos en los rituales. Si las apagamos soplando se anulan todos sus efectos.
La cera representa la conexión con la tierra y la llama con el cielo, por lo tanto, si usamos el aliento para extinguirla, interrumpimos abruptamente su energía y en consecuencia el poder, la intención o manifestación que depositamos en ella.
Cuando prendemos una vela para un ritual y debemos apagarla por la razón que sea, por ejemplo, al salir de casa (recuerda nunca dejar una vela encendida sola en casa ni mucho menos con niños cerca) sí podemos apagarla, sin embargo, hay formas de hacerlo para no interrumpir su magia.
¿Cómo apagar una vela correctamente?
Las velas están elaboradas de parafina, un hidrocarburo de sólido que se licúa a temperaturas entre 80 y 100 °C (entre 70 y 200 °F).
Al encenderla, la sustancia se convierte en líquido y empapa la mecha, lo que permite que siga prendida.
Para apagarla debes humedecer tus dedos y apretar la mecha, esto significa que “pausamos” sus efectos.
También puedes usar una cuchara, un apagavelas o poner un vaso de cristal encima de ella para evitar que el oxígeno entre y continúe la combustión.
¿Por qué no prender una vela con un encendedor?
Si haces un ritual o usas velas para un altar u ofrenda no debes usar un encendedor, de acuerdo con expertos, hay que recurrir a las cerillas o fósforos de madera, elemento que se conecta con la tierra.
Asimismo, el fósforo no hay que soplarlo, sino dejar que se queme y apague solo o sacudir la mano para extinguir su flama.
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