Marzo trae consigo el cambio de estación y los primeros indicios de la primavera, reflejados en el clima, la naturaleza y las tradiciones culturales.

Con la llegada de la primavera, varias culturas realizan rituales para dar la bienvenida a esta estación de renovación y renacimiento. Una de las celebraciones más antiguas y llenas de misticismo es el Nouruz, una festividad de origen persa.

El Nouruz, cuyo nombre significa «nuevo día», marca el inicio del año nuevo en Irán y coincide con el equinoccio de primavera. Esta festividad forma parte del calendario solar persa, en el que el primer día de primavera es también el primer día del año. En 2024, según el calendario persa, comienza el año 1403.

El origen del Nouruz se remonta a más de 3 mil años, manteniéndose vigente no solo en Irán, sino también en comunidades persas alrededor del mundo.

De acuerdo con National Geographic, esta celebración tiene sus raíces en el zoroastrismo, antigua religión de Persia, donde la llegada de la primavera representaba la victoria de la luz sobre la oscuridad.

A pesar de la conquista islámica de Persia en el siglo VII y la disminución del zoroastrismo, el Nouruz logró perdurar, adaptándose y fusionándose con nuevas tradiciones culturales.

El equinoccio de primavera marca el momento exacto en que inicia el Nouruz, y la preparación para este evento comienza días antes con rituales especiales.

Entre las costumbres más representativas se encuentran las danzas rituales y la tradición de llenar recipientes con agua, considerada símbolo de salud y purificación. Estas acciones buscan alejar la mala fortuna y asegurar un inicio de año próspero.

El simbolismo del Nouruz gira en torno a la fertilidad, la renovación y la vida, por lo que elementos como semillas y huevos ocupan un lugar especial durante la celebración.

En los hogares persas, las familias preparan una mesa ceremonial conocida como haft-sin, que incluye siete objetos simbólicos, cada uno con un significado especial.

La palabra «haft» significa siete, mientras que «sin» hace referencia a la letra «s» en farsi, ya que los objetos comienzan con esa letra.

Los elementos tradicionales del haft-sin son:

Brotes de semillas, generalmente trigo o avena, que representan el renacimiento y la renovación.
Senjed, una fruta similar a la aceituna, vinculada al amor y el afecto.
Ajo, símbolo de protección y fuerza ante la adversidad.
Manzana, relacionada con la fertilidad, la belleza y la salud.
Zumaque, que representa el amor y el gusto por la vida.
Vinagre, símbolo de paciencia y resistencia ante los desafíos.
Samanu, un dulce elaborado con trigo germinado, que simboliza la abundancia y la prosperidad.

Además de estos objetos, muchas familias incluyen un Corán, espejos, huevos decorados y libros de poesía, fusionando tradición y creencias religiosas.

La primavera, para muchas culturas, es sinónimo de nuevos comienzos, renovación y esperanza, y el Nouruz es un claro ejemplo de esto.

Sin embargo, no es la única festividad que celebra la llegada de esta estación. En diversas partes del mundo, comunidades realizan rituales de renovación y agradecimiento, reconociendo el inicio de un nuevo ciclo natural.

A través del Nouruz, la cultura persa celebra no solo el paso del tiempo, sino también la profunda conexión entre el ser humano y la naturaleza.

Con sus rituales llenos de simbolismo, el Nouruz se convierte en una celebración que, año tras año, recuerda la importancia de la renovación espiritual y la armonía con el entorno.

Esta festividad trasciende fronteras, generaciones y creencias, manteniendo vivo el legado de una cultura ancestral que celebra el renacer de la primavera con esperanza y gratitud.

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