Los dispositivos electrónicos actuales están llenos de configuraciones que pocas veces utilizamos. Algunas pasan de nuestro radas porque no las entendemos, porque están mal implementadas o porque cumplen una tarea demasiado específica. Pero, si hay una que todos hemos probado, aunque sea por accidente, es el ahorro de energía.

Esta función viene integrada prácticamente en todos los dispositivos que existen, siendo algo automático en muchas ocasiones. Pero, en otras, nos dan la opción de activarla. Como sabemos que no siempre queda claro para qué sirve, aquí te contamos.

El modo ahorro de energía está diseñado para que los dispositivos duren más tiempo funcionando con su batería disponible. Este puede estar presente con la totalidad de la carga o activarse al caer hasta cierto limite.

Para conseguir un mayor rendimiento en la batería, el dispositivo tiene que deshabilitar algunas de sus funciones más demandantes. La ubicación en tiempo real, aplicaciones en segundo plano y subprocesos suelen ser los más afectados por este modo.

En algunos dispositivos incluso se limita la cantidad de aplicaciones a las que se puede acceder. De esta forma, se priorizan funciones clave como las llamadas, mensajes y otras funciones que podrían ser utilizadas en caso de emergencia.

Esto es lo que ocurre a un nivel técnico, pero sus repercusiones también tienen que ver con el medio ambiente. El ahorro de energía repercute en cuantos ciclos de carga necesita tu dispositivo diariamente. En algunos casos, este modo puede alargar considerablemente la vida de tu batería, lo cual se traduce en menos desechos electrónicos.

En conclusión, se trata de una función con cierta versatilidad. No solo te puede salvar de un apuro cuando no puedas cargar tu dispositivo, también puede ser un granito para evitar más contaminación con desechos electrónicos.

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