La contaminación lumínica es uno de los tipos de afectación al medio ambiente más comunes, pero no tan discutidos. A todos nos afecta el exceso de ruido de las ciudades y la acumulación de los residuos sólidos, pero ¿qué hay del exceso de luz?

En primera instancia, decir que producimos mucha luz podría no parecer un problema y es peor de lo que parece. La contaminación lumínica es considerada por la ONU como uno de los tipos de polución más comunes en grandes ciudades.

Por definición, esta hace referencia a la generación excesiva de luz artificial en una zona en concreto. Esto es especialmente preocupante durante las noches, momento del día cuya naturaleza es la oscuridad. Pero, con el desarrollo urbano, este momento pasó de ser propio de las estrellas, ahora es caso exclusivo de farolas.

Como es evidente, esto representa una cantidad de problemas que nos afectan a nosotros y a otros seres. Para empezar, podemos hablar del gasto energético que conlleva. En muchas ciudades los sistemas de alumbrado público no optimizan los recursos, por lo que exigen una mayor carga para alumbrar cierto tramo de la calle.

Este problema ocurre alrededor de todo el mundo, especialmente en territorios con ciudades viejas que no han conseguido modernizarse o actualizar sus sistemas con tecnología moderna.

Los animales endémicos también se ven afectados, ya que su ciclo de vida se ve alterado por la presencia excesiva de luces. Algo que también nos puede pasar a nosotros, ya que nuestro organismo está diseñado para dormir durante las noches y una sobreexposición a luces puede afectar los ciclos de sueño.

Ahora ya sabes que es la contaminación lumínica. La solución a este problema no es fácil, ya que requiere un esfuerzo por parte de todos. Especialmente en aquellas ciudades con grandes edificios que permanecen encendidos todo el tiempo. Pero, con un poco de conciencia, nada es imposible.

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