Un adolescente de 16 años identificado como Diego Leyva, llamó a la Policía de Nuevo México en la madrugada del sábado 14 de diciembre para confesar que había asesinado a su propia familia.
El joven, en estado de intoxicación, se entregó a las autoridades sin oponer ninguna resistencia después de llamar al 911 y admitir que había cometido el crimen.
Diego Leyva fue acusado de cuatro cargos de asesinato en primer grado por la muerte de sus padres, Leonardo Leyva y Adriana Bencomo, así como de sus hermanos Adrian y Alexander Leyva.
Los cuerpos fueron encontrados en la residencia familiar en Camino Escondido, Belén, todos con heridas de bala. La pistola utilizada en el crimen fue hallada en la mesa de la cocina.
Tras ser detenido, el adolescente fue llevado a un hospital para desintoxicarse y luego ser trasladado al Centro de Justicia Juvenil en Albuquerque, donde se encuentra bajo custodia desde el domingo 15 de diciembre.
La investigación está en curso y será presentada al fiscal de distrito para su enjuiciamiento una vez que esté completa.
Este terrible incidente se suma a otra tragedia ocurrida en Estados Unidos, donde una estudiante de 15 años identificada como Natalie Rupnow fue la autora de un tiroteo en una escuela cristiana en Madison, Wisconsin, en el que murieron tres personas, incluida la propia agresora.
Estados Unidos ha sido testigo de numerosas masacres escolares en las últimas décadas, planteando la urgente necesidad de leyes de armas más estrictas.
El presidente Joe Biden ha hecho un llamado a la acción del Congreso para abordar esta situación de violencia armada y así proteger a los niños de futuras tragedias.
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