A veces nos preocupamos tanto
A veces nos preocupamos tanto por nuestra propia vida, que no nos tomamos un momento para pensar en los demás, pensar en cuanto les afecta a ellos cada palabra que decimos o cada cosa que hacemos, trabajamos para nuestra propia conveniencia, y somos tan egoístas con las personas que nos quieren.
Muchas veces pensamos que nosotros somos los únicos que sufrimos, que nos tocó vivir la peor vida, pero no nos detenemos a ver, como viven los demás, si sufren o son felices, si son seres humanos plenamente felices, o al igual que nosotros tienen problemas y necesidades.
Quizás deberíamos trabajar más para que los demás sean felices, aunque dicen que una persona que es infeliz no puede hacer feliz a nadie; en mi opinión personal, pienso que no es del todo cierto, para mí, no hay nada que te haga mas feliz que ver la sonrisa en la cara de otra persona a la que ayudaste, y quizás de alguna manera le arreglaste la vida, no hay nada que satisfaga mas que hacer feliz a otra persona.
Siempre me pregunto: ¿Qué puede haber de bueno en hacerle daño a los demás?
Nada.
Sencillamente no se puede ser feliz a costa del sufrimiento de otros, eso no lo hace una buena persona, no lo hace un ser humano que siente y padece los mismos sufrimientos.
Y hablando de lo que nos hace felices, no hay nada que pueda hacer mas feliz que la libertad, la libertad de vivir, disfrutar y sentir cada momento que nos regala la vida, no vale la pena estar atado a una persona solo por egoísmo.
No se puede conseguir amor a la fuerza, el AMOR es un sentimiento tan sincero, que se gana, ¡No se exige!
En estos tiempos es muy difícil encontrar el amor verdadero, pero eso no quiere decir que no exista, es sólo que es verdad lo que dice un dicho: “De eso tan bueno no dan tanto”, por eso cuando aparece el amor verdadero, el amor de dos, hay que cuidarlo, valorarlo y arriesgarlo todo por él, como quien dice, hay que estar en la jugada, no doblegarse ante nadie, porque por el amor vale la pena luchar, sin penas, sin dudas, sin temores, sin arrepentimientos, y sobre todo sin terceros.
Nadie puede hacer que cambie un sentimiento verdadero, que nace del corazón de alguien sincero.