Comprender al Corazón
Finalmente se separaron, habían convivido como pareja durante algunos años; en apariencia eran felices.
En opinión de los demás, pareciera que nada los iba a separar; pero normalmente lo que pasa en la intimidad de una pareja nadie lo conoce, pues no lo han vivido. Es fácil juzgar a los demás, pero qué difícil es entender el mundo de significados que viven.
Su relación se había convertido en una tragedia sin final, discutían por todo y cada día se ofendían y se humillaban más. El propósito era demostrar al otro que estaba equivocado y en pocas cosas coincidían. Por supuesto, sus buenos momentos cada día eran menos.
Existen, desde luego, motivos para amar, así como motivos para dejar de hacerlo. Todo es por convergencia y, con mayor o menor participación, ambos contribuyeron a destruir su relación. Al conversar, por separado, con cada uno, había que escuchar las barbaridades que decía del otro, a grado tal que cualquiera se preguntaría cómo era posible para ellos soportar tal infierno. Concluía uno que era una estupidez seguir soportando esa situación.
Ambos habían querido, en su terquedad, que el otro cambiara. Tal vez los dos ganaron razonablemente la batalla, pero también perdieron el corazón. Lo que habían construido a través de tanto tiempo, finalmente lograron destruirlo. Cuando la razón le gana al corazón, se acaba con el amor, otra vez hablaré del equilibrio de las decisiones tomadas con sabiduría, no con rebeldía.
Cuando la razón gana se corre el riesgo de que la lógica acabe con la ilusión, y sin más, justificando con fundamentos las decisiones, se nos olvida que la primera manifestación del amor es la fuerza, el valor de luchar con nosotros mismos por lo que amamos.
¿Por qué nos empeñamos en buscar que el otro cambie, si sabemos en nuestro interior que ese deseo es para darnos gusto y no para el crecimiento positivo del otro?
¿Le gustaría que su pareja cambiara?
¿Anhela que los demás cambien para que usted esté satisfecho?
¿Sería capaz de aceptar a los demás como son, sin intentar cambiarlos?
¿Se esfuerza por entender al otro poniéndose en su lugar?
Tal vez eso pueda o no suceder, lo que sí es real es que mientras no intentemos comprender al otro, el perdón no llegará y el amor se alejará de nosotros. Comprender es amar y amar es perdonar. Virtud fácil de explicar, difícil de aplicar, que solamente se logra entendiendo el mundo del otro. Si nos esforzamos en comprender, lograremos no sólo conservar, sino acrecentar nuestro amor.