Nutre tus intenciones, en lugar de tus expectativas
28/05/2019 - Hace 5 años en InternacionalNutre tus intenciones, en lugar de tus expectativas
A veces, nos quedamos esperando a que todo suceda como pensamos, a que nos traten como nos merecemos. El problema es que la realidad no se rinde a nuestra voluntad, no tiene en cuenta nuestros deseos. Por lo tanto, en lugar de esperar a que la magia ocurra por sí sola, más vale nutrir nuestras intenciones de actos y salir en su busca.
Somos expertos en crear expectativas, en generar realidades ficticias que, en un gran número de ocasiones, terminamos por creer. ¿Quién no ha fantaseado con su futuro? Si bien pensar con perspectiva es necesario, cómo lo hacemos y qué tipo de relación mantenemos con ello también es importante.
No olvidemos que es mucho más sencillo crear probabilidades, contarnos historias y construir fantasías que cumplirlas. A menudo, tenemos muchas intenciones, pero ignoramos que para obtener sus frutos es necesario nutrirlas y cuidarlas. Porque nada crece si no se cultiva -al menos de forma saludable-. De ahí, que a lo largo de nuestra vida vayamos coleccionando un gran número de opciones que se quedan suspendidas en el aire.
El problema es que vivimos pensando que la vida funciona como queremos y que los demás tienen que tratarnos como merecemos. De ahí que cuando no ocurre, nos frustramos, nos enfadamos y experimentamos un gran sufrimiento.
¿Qué esperábamos que sucediera y qué pasó en realidad? Es una buena pregunta que nos señala el detonante de cómo nos sentimos cuando todo se derrumba a nuestro alrededor.
Así, somos esclavos de nuestras expectativas y ni siquiera nos damos cuenta. Olvidamos la importancia de los hechos y del cultivo de nuestras intenciones para que todo sea posible. En lugar de ello, vivimos esperando y mientras, se nos escapa la vida… Cuando las expectativas de uno son reducidas a cero, uno realmente aprecia todo lo que tiene.
Crea intenciones, nútrelas y actúa
Esperar a que suceda aquello que deseamos, a que los demás nos traten como queremos, a que en el trabajo nos valoren, a que nuestra pareja se dé cuenta de lo que necesitamos… Esperar, esperar y esperar.
Mantenernos firmes en el camino sin dar un paso porque pensamos que nos merecemos que suceda todo aquello que esperamos es una buena manera de impedir el avance y la conexión con los demás, pero sobre todo de asegurarnos frustración.
Los demás no son adivinos, las circunstancias no tienen en cuenta nuestros deseos y el ritmo de la vida no consiste en adaptarse a cada uno de nosotros. Ilusionarnos con nuestro futuro mientras miramos por la ventana es un bonito ejercicio de reflexión e imaginación, pero solo eso. Puede ser el inicio de todo, la semilla que plantar, pero para ello hacen falta intenciones y herramientas y nutrientes para cultivarlas. Solo así aquello que imaginamos pasará, poco a poco, a ser real.
Una vez que tenemos clara nuestra meta, necesitamos un medio de transporte para alcanzarla y este no funciona si no se alimenta de la energía necesaria. Por lo tanto, aprender a definir qué queremos, analizar si es posible, cultivar intenciones y nutrirlas de acciones es la clave.
No lo olvidemos, nada sucede ahí fuera por arte de magia. El fuego de la pasión se apaga si no añadimos más leña y el motor que nos impulsa a seguir adelante no puede hacerlo si no tiene más gasolina. Mucho cuidado en quedarnos colgados de nuestras expectativas.
«No son las cosas en sí mismas las que nos preocupan, sino la opinión que tengamos de ellas».