El tiempo es vida
Perder el tiempo es un concepto muy relativo. Tanto, que convendría sanear un poco esta idea e incluso aplicarla desde otra perspectiva: como valiosa clave de bienestar. Pensémoslo bien, vivimos en una sociedad que nos ha convencido de que el tiempo es «oro» y que cada segundo de nuestra vida debe estar bien aprovechado para sacar de él un beneficio, un rendimiento.
Asumir este enfoque al pie de la letra nos aboca sin duda a ese laberinto ya familiar y recurrente de los trastornos de estrés y ansiedad. Por tanto, el tiempo no es oro, ni plata ni estaño: el tiempo es vida.
Saber gestionarlo y permitirnos de vez en cuando no hacer nada y limitarnos a «ser, sentir y estar» es ganar en salud. Sin embargo, nos cuesta mucho poner en práctica esta idea. Cuando pasamos tantas horas de nuestra vida en modo «productividad» incluso la mente llega a interpretar que echarnos en el sofá y descansar es perder el tiempo.
Debemos tomar conciencia de que a veces perder el tiempo es ganarlo, es permitirnos recargar energías y hallar la calma entre el desorden. «Trabajar mejor no significa trabajar más sino trabajar menos, de forma más productiva y descansar mejor».