Conocido como compra compulsiva u oniomanía, término que deriva del griego y manía, el rasgo distintivo de este padecimiento es el deseo desenfrenado por comprar sin una necesidad real.
Sus síntomas, entre los que destacan la ansiedad, la insatisfacción, la falta de autocontrol y el sentido de culpa, fueron descritos clínicamente por primera vez por los psiquiatras Emil Kraepelin y Eugene Bleuler a finales de 1800.
El trastorno de compra compulsiva se caracteriza por un comportamiento desadaptativo de compra persistente e irresistible, con consecuencias negativas para el individuo y su entorno, como conflictividad familiar y de pareja, disminución del rendimiento laboral o escolar y problemas financieros como elevado endeudamiento y bancarrota, se explica en un artículo académico publicado en 2016 en la Revista Iberoamericana de Psicosomática.
Los autores detallan que la edad media de inicio del trastorno se sitúa entre los 18 y 30 años, que es más frecuente en mujeres que en hombres y que tiene poca relación con el poder adquisitivo de las personas.
Señalan también que la adicción a las compras se relaciona estrechamente con otros trastornos psiquiátricos de control de impulsos, sobre todo de ansiedad, del estado de ánimo, de la conducta alimentaria, por dependencia de sustancias.