Cuando hablamos de dietas siempre viene a la mente la idea de que debo dejar la tortilla, el pan, el refresco, ya que encima de esto si los como muy tarde, para ser específicos en la noche, voy a engordar.

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Lo cierto es que no hay nada mas alejado de la realidad que ese mito.

Pensamos vagamente y debido a mitos urbanos que el consumo de este macronutriente por la noche, si no hacemos ejercicio no  ocuparemos esa energía y por ende vamos a subir de peso ya que se transformará en grasa.

El principal detractor para acercarnos a la realidad es que se tiene la firme creencia que por la noche al estar en reposo no quemamos calorías, sin embargo esta comprobado científicamente que el cuerpo sigue quemando calorías mientras estamos durmiendo.

Esto se debe principalmente a que las kilocalorías son la fuente de energía de nuestro cuerpo para procesos tanto esenciales como complementarios y al estar dormidos el cuerpo sigue haciendo labores digestivas, con respirar, el latido del corazón y con llevar la sangre a órganos y músculos, no es necesario mencionar que todo esto claramente conlleva un gasto calórico, es decir se necesita energía para la realización de actividades básicas o automáticas del cuerpo.

Realmente lo que importa es el balance de macronutrientes sin descuidar los micronutrientes (vitaminas y minerales) pero para el tema de ganar o perder peso es esencial saber cual es nuestro metabolismo basal (lo que tu cuerpo gasta de energía en reposo) y de ahí partir para saber si necesitamos consumir menos para bajar de peso o por el contrario un superávit calórico para ganar peso, grasa o masa muscular.

Un estudio se realizó en 2011 y puso a prueba mismas calorías pero diferente hora y los resultados son contundentes.

Se decidió dividir a un grupo de hombres y mujeres sanos de entre 21 y 56 años en dos grupos, uno de ellos iba a consumir todos los carbohidratos durante el día y el otro a la hora de cenar, sin embargo ambos consumirían la misma cantidad de  calorías y macronutrientes. Ambos grupos oscilaban entre 1.400 y 1.600 kilocalorías diarias con un reparto de 20 por ciento proteína, 30 a 35 por ciento grasas y el resto de carbohidratos.

Después de seis meses con la misma dieta el grupo que consumió los carbohidratos por la noche perdió un 2 por ciento más de peso y grasa que el grupo que los consumió por el día.

No es que comer carbohidratos por la noche sea mejor, sin embargo tampoco es peor. Ya que lo importante es tu balance energético al final del día.